El caso de Alcácer, uno de los más mediáticos de la crónica negra española, vuelve a la actualidad más de tres décadas después. Nuevos hallazgos del criminólogo Félix Ríos y unas recientes declaraciones de Miguel Ricart, único condenado por el triple asesinato, han reabierto las dudas sobre lo ocurrido.
El 27 de enero de 1993 se dio por cerrada la investigación tras el hallazgo de los cuerpos de Míriam, Toñi y Desirée, tres adolescentes de 14 y 15 años desaparecidas el 13 de noviembre de 1992. La sentencia atribuyó el secuestro y asesinato a Antonio Anglés y a Miguel Ricart. El primero continúa huido de la justicia, mientras que Ricart cumplió condena hasta 2013, cuando quedó en libertad tras la anulación de la doctrina Parot.
En una entrevista reciente en El Rincón del Disidente, Ricart ofreció una nueva versión. Aseguró que fue obligado a participar “bajo amenaza de muerte” y señaló directamente a los hermanos Anglés como responsables de las muertes.
El exconvicto añadió que en las agresiones podrían haber participado hasta siete personas, y situó los hechos no en la caseta de La Romana, como sostiene la sentencia, sino en “un antiguo almacén de pólvora cerca de Catadau”.
Paralelamente, el criminólogo Félix Ríos reveló en el pódcast Animales Humanos que se habían practicado nuevas diligencias con tecnología actual, y que algunos resultados reforzarían la hipótesis de Ricart.
Según Ríos, Ricart ya había afirmado en versiones anteriores que Antonio Anglés golpeó con una pistola a una de las menores, lo que habría provocado que sangrara dentro del vehículo. Ahora, las pruebas forenses parecen apuntar en esa dirección.
“Le propondremos al juez realizar pruebas modernas en los puntos oscuros del caso. De momento, sólo tenemos el resultado de una de ellas, la reinspección de los coches, y ahí encontramos sangre”, explicó el criminólogo, dejando abierta la puerta a nuevas revelaciones que podrían sacudir el caso 33 años después.