El otro día, en ese instante en el que empiezas a oír extrañas voces que te llaman y a sentir manos de látex que te cogen y te mueven el rostro con la sana intención de que salgas de las tinieblas de la anestesia, en ese atribulado ínterin en que abandonas la oscuridad y te adentras descarriado en la realidad visible, oí casi de soslayo en TVE dos voces enérgicas que arengaban a boicotear la Vuelta a España.
Un era, la del Pollastrón Sánchez, Pedro, venido arriba, que parecía eufórico en su proclama contra su propia vuelta ciclista, y la otra, de su más conspicuo concubino político. Sí, aquel juez que hace varios lustros dejó Bilbao y se fue a Madrid con el único propósito de travestirse de juez estrella.
Y cuando alcanzó el cielo de la toga, debió parecerle poco y baboseó primero con el PP y luego con el PSOE, yendo a secretas reuniones nocturnas con líderes políticos a los que ofrecía su lealtad para que le diesen cualquier cargo. Bueno, no cualquier cargo… Ya era supermarlaska.
Al PP le sacó una plaza en el Consejo del Poder Judicial y a Sánchez, cuando olió que el poder viraba hacia el PSOE, la jefatura como ministro de todos los policías y guardias civiles de España: sí, este es Marlaska, Fernando; y el otro…ya se lo imaginan…
El que no se va…el que odia la mentira. Y el que, como le dejen, cambia el Código Penal de arriba abajo sin que le tiemble la sien negruzca que le acompaña en su desencajado rictus de impotencia. Pedro el imprescindible, hacedor y dador de bien. El que se cabrea, vocifera y tira cosas contra las paredes. El que no se va… Y queda por ver la que montará para no irse.
Recuerdo medio adormiscado al llegar en camilla desde el quirófano a la habitación, que teleSánchez exhibía a policías que batallaban en las calles de Madrid con charos vestidas de pic nic y tipos que no dejaban pasar las bicis de los ciclistas porque el Pollastrón y su concubino habían estado arengando a boicotear La Vuelta, que ese día concluía en Madrid.
Como protesta por los actos criminales israelíes en Gaza.
O sea, los dos máximos jefes de la policía de España, por un lado, llevaban a la policía a las calles para velar por el desarrollo de La Vuelta, y, a la vez, azuzaban a los ciudadanos contra esos mismos agentes.
Yo no entendía nada. Lo atribuí a los coletazos de la anestesia.
Me dormí anonadado y más tarde me hallé en la habitación rodeado de Eva, de mis hijos, David e Irene, y de todos mis hermanos, llegados la vispera desde Granada al Puerta de Hierro; y cuñadas, María José, Cherry… Allí estaba toda la familia, siempre lo ha estado, en ese momento ajena al pifostio de La Vuelta.
Ruiz y Cintora, Cintora y Ruiz, menudos dos
La más prosocialista y apesebreada tele pública desde la transición (sí, la de Ruiz y Cintora, o Cintora y Ruiz, es lo mismo, que parecen soñar cada día con el novio de Ayuso y el caso Montoro, tema este último que, por cierto, destapé yo en El País hace unos diez años -y aún aún siguen erre que erre con la Gürtel, que también destapé yo hará tres lustros, fíjense si ha llovido…) repetía y repetía el desatado mensaje del Pollastrón Sánchez y de su concubino Marlaska hasta la náusea.
Boicot a La Vuelta. Boicot a La Vuelta… O son tontos o se han caído de un guindo. O tienen sendas pedradas infantiles.
Lo que no había conseguido la anestesia, la arcada, estaba a punto de lograrlo Telepedro. Ni la TV de Ceausescu se vio algo así.
Entre sueño y sueño por los calmantes, pasé del alucine a la realidad. ¿Pero cómo era posible que los superjefes de la policía, el presidente y el ministro, cizañasen contra sus propios agentes?
Si querían llamar la atención sobre los crímenes de Gaza, lo cual es loable, en vez de torpedear La Vuelta (hubo detenidos y una docena de policías heridos), más habría sobrecogido al pueblo, por ejemplo, que El Pollastrón, en calzoncillos Celvín Klein, se hubiese ido con su concubino a mitad de la Castellana y soltado ambos un zurullo en medio del asfalto con la rúbrica del ultraputero de La Moncloa (perdón, ultraembustero) y el puntito escatológico de Marlaska.
Y dedicárselo a Israel. Me lo invento. Pero sin heridos. Digo yo que ya podían soltar los de Hamas a los secuestrados desde hace un año. Como gesto de paz, para evitar que sigan cayendo miles de inocentes que están pagando con sus vidas esta brutalidad asesina.
En Israel, por cierto, ya no saben qué hacer con El Pollastrón, que está desatado y puja con sus inventadas para apagar de las teles los chanchullos de Bego la seudocatedrática y del hermano músico, el que decía al fisco que vivía en Portugal para no pagar las rentas de su enchufe en Badajoz cuando, en realidad, estaba durmiendo en la trastienda de La Moncloa con su novia coreana.
Por eso la criatura ni sabía donde estaba la oficina de artes escénicas de la juez Biedma. Menuda inventada, Pedro. No dices una verdad si te picarán.
Por cierto, cómo se va a ir de La Moncloa el Pollastrón si tiene allí a media familia escondida del fisco, al que, por cierto, ha cargado con 100 nuevos impuestos desde que llegó al poder. 100.
Para sacarlo del palacio, y eso que no ha ganado ninguna elección, la Guardia Civil del famoso juez Marchena se las vería putas, valga la expresión sabiniana.
Y, un aviso, cualquier día de estos, Netanyahu saca a la luz en Internet las grabaciones secretas de ambos que les pilló a través de Pegasus. O, con la sonrisa de Trump, le declara la guerra a España por mor de estos d0s zumbados que juegan con el poder como un juguete. No hay mecanismos para echar a un personaje así.
Nunca se pensó en que un tipo sin escrúpulos podía llegar a La Moncloa sin posibilidad de echarlo. Y a Puigdemont se la suda España.
Valientes idiotas gobiernan España. Muy idiotas. Con la Yoli y la Irene, que también estaba desatada el día de La Vuelta, pero bien protegida por sus escoltas, al menos sumaban cuatro tontos muy tontos, pero con mala leche, que son los más peligrosos.
No hay dedos suficientes para todos.
¡¡¡En qué manos estamos!!!
[Ahhh, y ahora ha decidido que España no irá a Eurovisión si va Israel. ¿Y a quién representa él para decidir eso si ni siquiera ha ganado una elección?]