Siendo niño, en el mapa de hule del colegio se incluía el Peñón de Gibraltar como si ya se diera por hecho que era de soberanía española. El maestro, don Nicolás, repetía la consigna recibida por el Generalísimo: “Gibraltar caerá como una fruta madura”… Recuerdo el sabor de aquellas peras al oír la frase, el olor delicioso de las manzanas caídas o la pelusa amarilla de los melocotones en las paredes sedosas de la garganta… Hemos esperado mucho tiempo con la boca hecha agua, pero ya es muy difícil que las frutas caigan del árbol porque el árbol se ha secado gracias al herbicida que dejó sin raíces la esperanza.
El Ministro de Exteriores, quitando la reja ha pretendido disimular la inmensidad de su fracaso. Allí se sigue construyendo a nuestra costa (y nunca mejor dicho), se continúa con la soberbia de las banderas, los privilegios y las divisas maquilladas. El Peñón sigue siendo de otro siendo piedra de España… Pero el acuerdo ha sido “histórico”.
En Veraluz ya se tenía fijada una excursión a Gibraltar para comprar chocolate y el té de la melancolía. Ahora, pasar ya sin la verja, nos da mucha vergüenza.
Pedro Villarejo