Al principio costó mucho esfuerzo en Veraluz aceptar el trasiego de los teléfonos móviles, pero en la actualidad casi nadie se priva del uso y del abuso de semejantes artilugios que suenan, inoportunamente, en los bolsillos de los que debieran estar trabajando. Y no digamos los famosos whatsapp, propagadores de todas aquellas ternuras que no puede esperar a la tarde para ser expresadas.
Aunque a los de cierta edad (que suele ser la más incierta) el manejo de las aplicaciones que desbordan la pantallita no siempre es acertado y algunos desconocen que pueden guardarse los mensajes para, en un momento determinado, defenderse de las incertidumbres. Sin ir más lejos, el alcalde se desahogó por mensajería con el concejal de cultura, que fue muy amigo suyo, llamando “pajarraca” a la vocal de Medio Ambiente y “buscón” al responsable de juventudes… Los afectados, cuando tuvieron noticia del agravio, debieron dimitir por ofendidos, pero ¿quién prescinde de la retribución mensual que tapa agujeros y duerme voluntades?
El alcalde dijo que no había sido él: “Será cosa de un ciberataque”. Y, como nadie sabía qué era eso, el día de San Isidro salieron todos juntos en la procesión.
La ironía de la pieza es sublime