A los 27 años, Teresa Tamarit recibió un diagnóstico que cambió su vida por completo: cáncer de mama. La noticia desconcertó tanto a ella como a los médicos, ya que esta enfermedad suele aparecer con más frecuencia entre los 45 y 65 años. En su caso, se trataba de la enfermedad de Paget del seno, una forma rara de cáncer que suele afectar a mujeres mayores de 50
Su calvario comenzó con una simple herida en el pezón que no sanaba. Durante meses, los médicos descartaron la posibilidad de cáncer debido a su juventud y la ausencia de antecedentes familiares. Ocho meses tardaron en encontrar la verdadera causa. “Me dijeron que había roto la estadística”, recordó Teresa en una entrevista con El Periódico y que recoge El Tiempo, ya que no había explicación médica para un caso tan precoz.
Lejos de hundirse, enfrentó la situación con una actitud admirable. A pesar del miedo, especialmente ante la incertidumbre de los tratamientos, encontró cierto alivio al tener una respuesta clara. “Sentí una especie de liberación cuando supe que había un motivo”, confesó.
Superar la enfermedad no fue sencillo. Teresa fue sometida a una mastectomía con reconstrucción, quimioterapia, radioterapia y tratamientos avanzados tras una recaída que llegó con metástasis en la clavícula. Durante dos años, no pudo trabajar. La fatiga emocional y física de las terapias la dejaban sin fuerzas para levantarse de la cama.
El impacto fue también emocional. Su familia sufrió enormemente. Su madre se derrumbó con la noticia y a su hijo pequeño le ocultaron la verdad. “Me mostraba animada delante de ella porque no quería verla sufrir”, explicó.
Contra todo pronóstico, años después logró quedar embarazada nuevamente, pese a que los médicos le advirtieron que no podría. “No tuvimos tiempo de congelar óvulos, pero me quedé embarazada a la primera. Dani fue casi un milagro”, concluyó.
El testimonio de Teresa Tamarit visibiliza un síntoma poco común del cáncer de mama y recuerda la importancia de escuchar al cuerpo, sin importar la edad.