JUAN CARLOS GARCÍA DE LOS REYES (Blog La Ciudad Comprometida)
Hoy vengo decidido a hablarte de las buenas gentes a las que más admiro. ¿Qué de quiénes? Pues de todas aquellas que viven en las decenas de pueblitos que se encuentran dispersos por el mundo rural español. Personas relativamente alejadas de las ciudades, lo que viene a ser lo mismo que decir que tienen bastante complicado acceder a los servicios y dotaciones públicas o privadas de las que disfrutamos todos los demás. Que disponen de muchísimas menos oportunidades para poder acceder a un empleo digno y relativamente estable, para poder ser emprendedores, para acceder a la cultura, para recibir atención sanitaria básica, para que haya un colegio bien atendido relativamente cerca, o para disponer de un transporte público razonablemente eficiente que les comunique con otros pueblos cercanos y con una ciudad…
¿Se tratarían entonces de ciudadanos de segunda? Muchos opinan que sí porque de otra manera cómo poder explicar que casi todos esos sitios en los que viven van languideciendo poco a poco en una especie de muerte en vida. Y sufren una diáspora juvenil que los va dejando cada vez más envejecidos, con menos gente y como consecuencia de ello también con menos recursos de todo tipo. Por eso hace unos años ganaron fuerza los sobrenombres de ‘La España Vacía’ o ‘La España Vaciada’ para reivindicar de las administraciones públicas un tratamiento diferenciado y una atención especial a esos territorios, a esos municipios, a esas comarcas… Un grito desgarrador que reclama no solo justicia, sino también inteligencia colectiva, porque nos va mucho en ello.
En dónde están los valores
Yo lo que sé es que, en la España interior, en la España rural, en la España despoblada, se concentran muchos de los valores identitarios, culturales, ambientales o paisajísticos que nos han permitido ser lo que somos, que forman parte de nuestra esencia como país y de los que nos sentimos orgullosos, por ser el poso y la fiel consecuencia de la enorme sabiduría popular que durante generaciones fueron atesorando nuestros padres, y los padres de nuestros padres:
Humilde capotazo
Por eso, como te decía al principio, hoy he decidido que mi reflexión será para echar un humilde capotazo al conjunto de la sociedad rural, a todos los que habitan en las comarcas más alejadas de las grandes ciudades, y específicamente a sus ayuntamientos, para agradecerles la labor abnegada y tantas veces frustrante que se realiza desde las administraciones locales, con apenas medios y desde luego con recursos insuficientes, en un intento desesperado por revertir la tendencia perversa de la despoblación con todo lo que significa. ¿Cómo? Pues dando visibilidad a una de las labores a las que deben enfrentarse sus ayuntamientos como es la de formular y aprobar un plan urbanístico que regule y ordene los usos y actividades urbanos y rurales en sus territorios.
Casi con vergüenza colectiva debo decirte que en la mayoría de los casos deben afrontar la ingente labor técnica, jurídica y administrativa que su pone formular el planeamiento urbanístico municipal con medios propios y tantas veces sin la comprensión del resto de las administraciones que pareciera que no hubiesen comprendido eso de la necesidad de apoyar y solidarizarse con los más pequeños, con los que tiene menos recursos económicos y humanos, con aquellos a los que la sociedad y sus normas se lo pone más difícil…
Pues, mira, por ejemplo, mandando un fortísimo abrazo, lleno de admiración y de solidaridad, al minúsculo municipio de Carataunas (Alpujarra Granadina. España) que con apenas 170 habitantes acaba de aprobar definitivamente su PGOU tras un esfuerzo y un empuje digno de los mayores elogios tanto para Diego, su alcalde, como para el resto de su corporación.
Y también, mandando otros abrazos igual de sentidos, y tan comprometidos y solidarios, a los alcaldes y alcaldesas y sus respectivos equipos, de los ayuntamientos de Albondón, Almegíjar, Alquife, Antas, Bornos, Castril, Cijuela, Ferreira, Jumilla, Ibros, LaHiguera, Pórtugos, Santa Elena, Sorvulán, Valdepeñas de Jaén y Valderrubio, en las provincias de Granada y Jaén, todos ellos con muy poca población y la mayoría con menos de 1.000 habitantes, para que continúen impulsando sus respectivos planeamientos urbanísticos ya que serán unos instrumentos esenciales para poder propiciar un adecuado desarrollo local, ajustado a la realidad social y física del municipio, que potencie y mime sus valores tradicionales, ambientales y paisajísticos, y tan sencillo de ser gestionado como se pueda. Con la finalidad, noble como pocas, de mejorar la calidad de vida de sus gentes en todos los sentidos.
Por mi parte, por nuestra parte, les seguiremos apoyando con todo nuestro afán y brindándoles toda la experiencia que hayamos podido acopiar durante casi toda una vida trabajando en el mundo rural, porque nunca voy a olvidar que mucho de lo que he aprendido me lo enseñaron sus gentes.
https://laciudadcomprometida.eu/la-ciudad-comprometida/6015-mi-humilde-capotazo
precioso reportaje de los pueblos vaciados de estudios España
la España vaciada conserva los valores identitarios, muy bien dicho.
gran trabajo. felicidades al autor
Buen reportaje, tiene sabor rural ya perdido
Me ha gustado este recorrido por los pueblos casi vacíos
Interesante reportaje técnico y social