Hoy: 22 de febrero de 2025
El color de la mirada del exitoso empresario mexicano Horacio Fernández Castillo cambia con el viento de sus palabras, trufadas de bonhomía cristiana, vitalidad y, como no, una profusa mercadotecnia que hunde sus raíces en el corazón.
Su pasión por esa suerte de salsa en polvo llamada Tajín que inunda los supermercados de 65 países y del gigante EE UU contagia y despierta el deseo culinario por lo desconocido. Es llovizna pura.
No extraña que Horacio sea millonario. Más de 1.500 millones de dólares de patrimonio. Es un agitador de ideas.
Pese a tantos millones, se le ve buena gente. No parece el hombre de cuyo despacho se salga amargado.
Horacio Fernández, de 67 años, presidente del imperio de condimentos Tajín, de Mexico, se ha hecho a sí mismo. Y su discurso cala.
Hace varias décadas, lo dejó todo en México, salvo a su esposa y seis hijos, y se instaló en el sur de EE UU con una pequeña furgoneta con la que se pateó cuantas «tiendecistas» de Houston le permitió entonces el destino. Se montó su sueño americano.
Fueron comienzos muy difíciles. Hace 45 años. Y venía de tres antiguas quiebras.
Hoy vende y exporta millones y millones de productos Tajín. Es el presidente de una de las firmas de especias más exitosas del planeta. Hasta sabe hacer condimentos a la carta. Y sabe donde situar el picante, para que pique, por ejemplo, en el cielo de la boca o en el lateral izquierdo de la lengua, o de la garganta, o donde él designe. Hay mucha investigación.
Horacio Fernández es la antología del picante.
Eso sí, siempre a gusto del consumidor, recalca. Chile, sal de mar y limón. He aquí la esencia del Tajín que Horacio lanzó hace más de cuatro décadas. Cuando empezó a anidar en su mente el sueño de emprendedor.
Su madre, que le enseñó la receta prístina del Tajín, y las dos palabras que escuchó exhalar a un compatriota tras toparse este con un bote de Tajín en un supermercado de Houston («¡¡¡Ayyy, Ajín!!!») despertaron en Horacio el tilín que le guió al éxito. La emoción. La nostalgia. El sentimiento: ¡¡¡Ayyy, Ajín!!!
Hace unos días, un conocido de quien les escribe estas líneas, de Guadalajara (México, seis millones de almas), quien se precia de ser amigo de Horacio Fernández (es nítido que a los dos les une el fervor por lo no terrenal, por el misticismo-asceta) me envío un vídeo con la entrevista que el periodista Oso Trava hizo en su canal de Youtube a Horacio Fernández.
Una perla periodística y empresarial. Muy interesante.
No solo por la claridad expositiva de Horacio Fernández sobre las bondades culinarias (incluso sanitarias) de su Tajín; sobre todo, porque el periodista desnuda con sutileza a un hombre que lo tiene casi todo y se desahoga a través de sus gestos y su versátil mirada.
Fernández es extrovertido, ingeniero industrial y experto en mercadotecnia… Por cierto, también le une esto con su fraternal Rubén, otro empresario de éxito de Guadalajara, la persona que me remitió el vídeo.
La locuacidad de Horacio en el interviú, se expresa bien y con fluidez, es tan pasional que se torna emotiva y casi se le saltan las lágrimas en unos ojos que tenuemente, a veces, se enrojecen.
Le sucede esto, por ejemplo, cuando rememora sus visitas a escondidos barrios de asentamientos vulnerables. «No son pobres… son personas, mayores, niños, extremadamente pobres, hay una desigualdad terrible…», se lamenta. «Los emprendedores sabemos crear riqueza, pero no hemos sabido repartirla…», sentencia.
Pero no todo es oscuridad. La vista de Horacio también brilla, como cuando profundiza en el éxito de industrias Tajín, nacida sobre los cimientos de otras empresas suyas y familiares que cayeron en quiebra. Dejando una deuda de 70 millones.
Parte de esa deuda la tenía atada el BBVA con pagarés. O eso creía el banco. Pero el BBVA los extravió, perdió los pagarés. Y ahí brotó «el deber ser» de Horacio Fernández, el eslogan de su vida.
Cuando Tajín estalló en el mercado, el banco, aún sin los pagarés, cobró su deuda. Legalmente, pudo no haberlos abonado. Pero lo hizo. «Soy católico y todos los días rezo», señala.
A Horacio Fernández también le entristece otro tipo de «pobreza». La que, a su juicio, descansa sobre algunas mentes políticas que hoy (des)gobiernan su México.
Le duele, sus ojos lo rezan, sentir la diáspora del capital, la inseguridad desatada por el utópico «abrazos, no balazos » de aquel Amlo que prometió todo lo que luego incumplió.
El rostro de Horacio se expresa también con los gestos y muecas del silencio de sus labios, a veces apretados, y con el ligero movimiento de sus mofletes. Viene de familia.
Horacio Fernández, y su hermano Aldo, los dueños del conglomerado Tajín, se han referenciado siempre en unos padres adinerados que les facilitaron la mecha del éxito. Y han sabido multiplicarla.
Y todo merced a una suerte de salsa en polvo («sí, en polvo, ¿acaso no hay leche líquida y también en polvo? Pues lo mismo el Tajín», suelta), Horacio se ha convertido en un iceberg de la expansión mundial de este producto, inseparable compañero de frutas, de todo tipo de comidas.. y hasta de huevos.
Ab initio, lo de los huevos, le pareció una idea disparatada de su hermano, pero no lo era, reconoce. En EE UU a muchos les gusta sazonar los huevos con Tajín. Hay gustos como colores. Tiene técnicos cuya única misión es explorar y diseñar escenarios culinarios.
Posdata: le confieso algo inconfesable, querido lector. No tengo conciencia de haber probado el Tajín nunca. Pero de mañana no pasa. Iré al Costco de Madrid, o a Mercadona o a El Corte Inglés. Escuchar a Horacio ha desatado mi deseo.
Algo sabrosamente esotérico debe contener el abanico de miradas de Horacio Fernández Castillo. Digo yo.
Yo sí he oído hablar del Tajín’ y lo he probado. En España no es muy conocido. Pero tiene un sabor rico.
Con huevo no lo he comido nunca. Haré la prueba.
He visto algo del vídeo de Youtube. Este señor vende con la mirada, es cierto. Parece bonachón. Es un pequeño genio.
El señor Fernández es un emprendedor digno de alabar. En España solo hay payasos déspotas. Que potencie la marca en España y enseñe modales a los españoles.
España no colonizó, compartió lo que tenía con la Nueva España. El tajín también debe ser compartido señor Fernández.
El autor relata muy bien la historia empresarial de don Horacio Fernández. engancha leyendo.
¿Por qué no abre en España una fábrica y lo reparte por Europa?
Si tan bueno es abra una sucursal en España de Tajín y lo lleva a Europa.
Pues eso. Aquí queremos buenos empresarios y no la chusma que hay.
No me gusta mucho el picante, pero b si hay tantos tipos probaré el que solo me pique en la lengua pero no en los labios.
Dicen que estas especies no engordan y alimentan. Me apunto.
Es verdad que atrapa la vida de este buen señor. Yo también quiero comer Tajín.
¿Cuanto vale? No se dice.
Si el Tajín tiene la bondad de su creador, hay que comprarlo pronto. Me pasa como al autor del artículo.
Joderrrr dan ganas de probarlo, y si tiene aspectos sanitarios que mejor que eso.
Conozco a Horacio desde hace 45 años el y toda su familia personas íntegras, con un sentido social, ESPECIAL Y GENEROSO!
Recuerdo a Jaime Garza Gutiérrez
Director del IPADE en Guadalajara en los años 80s y en una junta de trabajo me dijo, NO CONOZCO UNA PERSONA MAS INTELIGENTE QUE GABRIEL FERNANDEZ ACEVES papá de Horacio !
Ahí están los resultados de una formación y ejemplo de los padres
ESTO NO ME LO CUENTAN YO LO VIVÍ Y TUVE LA OPORTUNIDAD DE CRECER COMO PERSONA AL LADO DE LA FAMILIA FERNANDEZ CASTILLO !
Enhorabuena Chiquillo !
En casa nunca falta
Yo sí suelo condimentar fruta con Tajín. le da buen sabor
Soy latino y vivo en Madrid y siempre tenemos Tajín. El señor Fernández tiene aspecto de buena persona y aquí en España hay empresarios malos. Véngase aquí, se necesitan empresarios como usted.
A mí me gusta mucho.
Señor Fernández permítale Dios que siga triunfando. En España necesitamos empresarios como usted