El hospital Maternal del Gregorio Marañón, situado en la calle de O’Donnell de Madrid, vivió ayer día 20 una escena sobrecogedora. Serían las 10 de la mañana de este viernes.
Solo cuatro horas después del parto, y viendo que el bebé no dejaba de llorar y no se calmaba con nada, los médicos comunicaron a la madre que le iban a hacer un test de droga al bebé para ver si el motivo de su intranquilidad podría ser un efecto del síndrome de abstinencia.
La pinta de los padres indicaba que ambos podían estar en contacto con las drogas desde hacía mucho tiempo.
Pero al oír la indicación de los médicos, la madre y el padre montaron en cólera y empezaron a negarse a gritos. Eso acrecentó la sospecha de los médicos, y reforzó el interés de los médicos en intentar buscar la raíz de los persistentes llantos del recién nacido.
La madre se negó. Y les dio gritos diciendo que no le iban a quitar al bebé y que cogía al bebé y se lo llevaba en ese instante, pese a que solo habían pasado cuatro horas desde el parto. Luego supieron los médicos por la policía que la mujer había tenido otros dos hijos antes y que estos estaba bajo la custodia de los servicios sociales y de atención al menor de la Comunidad.
Los médicos le pidieron que se calmase y se fueron de la habitación. Y avisaron del nerviosismo de los padres a la seguridad del hospital. Llegó una vigilante, pero acaban de irse.
Avisó a sus compañeros y corrió tras ellos. Los vio salir con el bebé en brazos de la madre y les siguió con sigilo por la calle hasta que se le unieron otros dos compañeros.
Al darse cuenta la pareja de que les seguían, el padre y la madre del recien nacido se separaron y se metieron por calles diferentes para despistar. En la huida se les había unido otra mujer, que se fue con la madre, posiblemente la abuela del recién nacido.
Los vigilantes lograron detener al padre, que se revolvió agresivamente contra ellos y a uno le dio un puñetazo en la boca.
Paralelamente, la vigilante del hospital, ella sola, siguió a la madre y a la acompañante sin que estas se dieran cuenta. En la huida, con el niño en brazos y recién dado a luz, la madre cruzó una calle sin semáforo obligando a los coches a detenerse bruscamente, poniendo en peligro la vida del crío.
La vigilante observó vio que se metían en un piso de las inmediaciones de la calle del doctor Ezquerdo de Madrid, cercana al hospital.
Las dos entraron en el citado inmueble y se subieron al ascensor hasta la última planta. La vigilante, que demostró un gran valor, subió corriendo al piso en que se detuvo el ascensor con la finalidad de retenerlas mientras llegaban agentes de la Policía Nacional y otros vigilantes.
Pero las dos mujeres, al ver que iban tras ellas, bloquearon el ascensor: «Iros a tomar por culo, no pienso salir en todo el puto día», gritaba la madre con el bebé en brazos, al tiempo que daba aullidos de dolor, de los que los agentes infirieron que podía tener algún trastorno mental.
Finalmente, los agentes lograron tranquilizarla y abrieron la puerta, uno de ellos cogió en brazos al bebé y los otros arrestaron a la madre con los grilletes y para que no se autolesionara.
Dentro del coche policial empezó a dar patadas al habitáculo y amenazar con que quemaría el hospital en cuanto estuviese libre.
El bebé fue llevado al Gregorio Marañón, bajo custodia permanente de los vigilantes. Y la madre y el padre, ayer mismo, fueron conducidos ante el juzgado de guardia.
El juzgado abrió diligencias contra el padre por agresión a la autoridad y le dejó en libertad. La mujer explicó en el juzgado que actuó de esa forma porque tiene otros dos hijos que no puede ver porque están bajo la custodia de la Comunidad de Madrid.
Tras oírla, dictaminó que el bebé permaneciese en el hospital para que los médicos terminaran de explorarle y que después, cuando los médicos lo estimarán oportuno, lo llevaran a los servicios sociales para su atención. Y, a la vez, prohibió a los padres que se acercasen al bebé.
Tras lo del ascensor, el vigilante retornó al bebé al hospital. Y los médicos le hicieron la citada prueba de drogas. Es decir, que la causa de que el recién nacido no dejase de llorar es que sufría síndrome de abstinencia derivado de la toxicomanía de su madre.