Salvini: la justicia te absuelve pero yo no

22 de diciembre de 2024
2 minutos de lectura
Salvini: la justicia te absuelve pero yo no
Salvini acude a los tribunales durante el juicio, celebrado en Palermo. /EP

Entre todos los tipos que han aparecido en los últimos años en los partidos más radicales, tanto por la izquierda como por la derecha, hay algunos que se hacen especialmente odiosos y eso por motivos diferentes, lo que de alguna manera ratifica mi idea de que más que partidos buenos o malos hay dirigentes buenos y malos que llegan a la política para servir o servirse, para defender valores o fanatismo, para hacer el bien o permitir el dolor.

Por eso no generalizo tendencias ideológicas ni demonizo formaciones políticas porque en el mismo PSOE ha habido y hay gente extraordinaria y luego está Pedro Sánchez y su tribu, y lo mismo podemos decir en cualquier organización en las que unas veces sus líderes y otras sus mandatarios destrozan ideales y valores y alejan a los ciudadanos de las instituciones.

Digo todo eso porque uno de esos políticos despreciables que ha alumbrado la política de los populismos es Matteo Salvini, actual vicepresidente del Gobierno italiano de Meloni. A este sujeto lo ha absuelto la Justicia italiana por negar el desembarco de 160 migrantes rescatados frente a Lampedusa a bordo del barco ‘Open Arms’ en 2019 durante su mandato como titular de Interior.

Seguro que recuerdan esa historia cuando el ministro italiano se negó una y otra vez a los continuos llamamientos humanitarios de una ONG española rogando el desembarco a un lugar seguro de las decenas de migrantes -27 de ellos menores de edad- que había rescatado en tres operaciones distintas realizadas en aguas del Mediterráneo central.

El barco pasó veinte días en el mar, siete de ellos frente a las costas de la isla de Lampedusa, como resultado de un pulso con el Gobierno y, en particular, con Salvini, que promulgaba una política de ‘puertos cerrados’ frente a los buques de las organizaciones que operaban en el Mediterráneo, como informó Europa Press. Pueden imaginar las condiciones en las que pasaron esas semanas las decenas de personas hacinadas. Pero Salvini no lo permitió. Al final un buque de la Armada española recogió a los migrantes y los trasladó a España.

Le pedían seis años de cárcel a Salvini y desconozco los fundamentos de derecho del tribunal para absolver al ministro después de las ocho horas que sus señorías permanecieron deliberando y tampoco me interesan mucho, aunque la sentencia me causa tristeza. Me interesa mucho más destapar el alma oscura de este personaje sin conciencia que se negaba al desembarco humanitario de estas personas en defensa de la patria italiana.

¿Así se defiende un país? Creo que más que de los migrantes un país debe defenderse de tipos como éste Salvini que seguramente alardeará esta Navidad de sus principios cristianos y podrá celebrar las fiestas con el orgullo patriótico de haber ganado en los tribunales la denuncia, y se sentirá de esta forma armado de razón para mantener su política de blindar a Italia frente a la inmigración irregular. Como éste hay muchos malvados en la política, y por desgracia cada vez en los países europeos, que se arrogan el poder de decidir quién tiene derecho y quién no a intentar una vida digna arguyendo ‘razones de Estado’ para dejar que se ahoguen, si es el caso.

Claro que la migración necesita regulación legal y políticas en origen y destino que acaben con este río de muerte en el que se convierte la aventura de miles de personas que huyen de la pobreza o la persecución política. Pero siempre, siempre, en circunstancias como ésta, por encima de todo está la humanidad y la conciencia de ayudar a gente que ha cometido el pecado de nacer en la miseria. Así que sí, señor Salvini, la justicia le habrá absuelto pero yo no porque me parece que su visión política es miserable.

No puede haber más razón de Estado que la humanidad.

1 Comment

  1. Necesitamos este tipo de periodismo reflexivo. Los hechos pueden ser descritos por cualquiera. Sentirse investido por algún oscuro Dios antes de nacer y creerse merecedor de ellos, sin ningún mérito. Ellos podríamos ser nosotros. Nuestras vidas y sus circunstancias quedan situadas en un lugar u otro simplemente por puro azar.

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