Hoy: 2 de diciembre de 2024
La autocomplacencia bebe de la soberbia y eso es lo que ha hecho el PSOE de Pedro Sánchez a lo largo de este 41 Congreso Federal celebrado este fin de semana en Sevilla, mirarse al ombligo y verse guapo y con futuro. Y una cosa y la otra están muy bien, pero hacer un trayecto con orejeras impide tener una perspectiva del camino más real.
Los socialistas han tenido la oportunidad de hacer autocrítica y en algunas cosas debían haberla hecho, pero no, se han limitado a defenderse de los infieles que ven por todos sitios y proclamarse víctimas de un entorno hostil en los demás partidos, en medios de comunicación y en estamentos como el judicial. El victimismo ha sido recurrente durante una cita sevillana en la que se ha recibido con aplausos enfervorecidos a dirigentes bajo sospecha judicial, pero nada de propósito de enmienda. ¿De qué van a lamentarse si todo lo han hecho y lo hacen bien?, por recordar las palabras de la vicesecretaria general y vicepresidenta María Jesús Montero.
Alguna cosa había por la que hacerlo. Sin ir más lejos y quedarnos en lo último de lo último, por lo rematadamente mal que han gestionado la catástrofe de Valencia, donde apenas hay un puñado de afectados que haya recibido ayuda de algún tipo un mes después del desastre, y todavía los pueblos permanecen entre escombros y necesidades.
Ha sido un congreso con tensiones inesperadas por los procesos de corrupción que están en proceso de investigación, pero lejos de la autocrítica el 90% de los delegados cierran filas con su líder y le muestran sumisión absoluta, incluso esos de doble cara como Page que maneja como un trilero las dos barajas del socialista crítico ante la prensa y el seguimiento ciego de la disciplina de partido, aunque vaya contra los intereses del ideario socialista.
Pues así ha sido y como ya avanzábamos, el Pedro Sánchez matrioshka del PSOE sigue erguido y envalentonado dispuesto a resistir y acelerar con más fuerza con la mirada puesta en 2027. Para ello el líder socialista ha apostado por la continuidad y se ha rodeado de su guardia pretoriana en la nueva ejecutiva, que en realidad no es muy nueva, con la excéntrica María Jesús Montero como número 2, y el callado y ‘bienmandado’ Santos Cerdán, que lo mismo te vale para negociar en secreto con Puigdemont en Bruselas como para doblar el pulso a Lobato en la Comunidad de Madrid. Y todo eso mientras María Jesús Montero ríe y hace aspavientos como posesa. Por cierto, se han fijado cómo mira al jefe desde abajo… Esos ojos son los de la fe ciega, los del amor incondicional y la entrega sin condiciones.