Hoy: 14 de noviembre de 2024
Más de la mitad de los adolescentes ha reconocido usar Internet como un medio para sentirse mejor cuando experimentan emociones como soledad, tristeza o enfado, y un 45,1% asegura tener dificultades para desconectar de la tecnología. Estos son algunos de los resultados de un estudio reciente de la aseguradora DKV y la organización Educar es Todo.
La percepción de los padres refuerza estas conclusiones, pues un 55,6% cree que sus hijos tienen problemas para controlar el tiempo que dedican a Internet, y entre los docentes esta cifra aumenta al 89,5%. Los profesores, en general, expresan una visión más crítica sobre el uso que los adolescentes y niños hacen de la tecnología, percibiendo efectos negativos en su desarrollo.
El psicólogo educativo Rafa Guerrero subrayó que un 35% de los adolescentes admite usar dispositivos como el móvil, la televisión o la tablet mientras comen. “Esto nos preocupa, porque implica una desconexión de lo que están haciendo y del momento”, apuntó Guerrero. Además, añadió que el 50% de los jóvenes duerme con el móvil, afectando a la calidad de su sueño y, en consecuencia, a su rendimiento escolar.
El estudio también resalta que los adolescentes suelen utilizar el móvil aun en compañía de amigos o familiares, pues consideran el dispositivo como una herramienta social para comunicarse y quedar. Guerrero advirtió sobre signos que pueden indicar una dependencia, tales como la centralidad del móvil en su vida, el deseo creciente de uso y la búsqueda de alivio emocional en redes sociales para lidiar con el estrés.
La doctora Silvia Álava, psicóloga educativa, señaló una correlación significativa entre el abuso de la tecnología y problemas de salud mental. “Cuanto mayor es el uso problemático, más conductas disruptivas observan los padres en sus hijos, como la falta de empatía o problemas para concentrarse”, añadió. La pediatra Lucía Galán, por su parte, destacó que un 40% de los adolescentes ha experimentado algún problema de salud mental, aunque la mayoría no ha sabido pedir ayuda, recurriendo a internet para aliviar su malestar.
A modo de orientación, la doctora Álava sugiere que el uso de pantallas sea “nulo hasta los tres años”, limitado a 30 minutos entre los tres y los cinco, y a una hora diaria entre los seis y los diez años. Con el crecimiento, los padres deben llegar a acuerdos de uso con los hijos, asegurarse de que el tiempo de ocio incluya actividades offline y actuar ellos mismos como modelo de uso saludable.
En este sentido, Lucía Galán recuerda a los padres la importancia de escuchar a sus hijos para llegar a acuerdos sobre el uso de la tecnología, aunque la responsabilidad final sobre los límites y decisiones recae en los adultos.