‘Desde mi razón’, por Juan de Justo: “La Constitución de 1978 frente al cainismo de las dos Españas de Machado” (capítulo 1)

9 de octubre de 2024
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Juan de Justo
Juan de Justo Rodriguez. /FI

Juan de Justo Rodríguez, exalto cargo socialista del Ministerio del Interior durante la época más sanguinaria de ETA y en cuya memoria se asientan muchos de los grandes secretos de estado de España, inicia hoy en Fuentes Informadas un serial bajo el epígrafe Desde mi razón, en el que evoca cómo, tras el franquismo, “grandes hombres” aparcaron “sus mochilas ideológicas malolientes” y apostaron sin fisuras por una Constitución, la de 1978, hoy tan denostada por algunos, “que ha traído a España su más larga etapa de prosperidad y convivencia”

“Un amigo, el que me ha traído hasta este lugar del pensamiento que tratamos de liberar a través de la escritura aunque siempre, en este proceso, nos guardamos nuestras vergüenzas, ese amigo está absolutamente convencido y ha llegado a convencerme para que aquello que hemos vivido, aquello que nos ha alegrado, lo que nos ha dolido, en fin, nuestras vivencias, no se queden en nosotros, no finalicen con el borrón que supone el final de nuestra existencia, que sirvan tanto si son o se entienden útiles como si no, para ayudar a continuar, mediante nuestra pequeña colaboración, en nuestra búsqueda de “ALGO”, ciertamente no sabemos aún el qué.

Somos un compuesto químico que desconoce su origen y desconoce su futuro, el trayecto entre el uno y el otro es el que desde hoy y con las más peregrinas de mis elucubraciones, que a veces intento convertir en experiencias útiles, comience a expresar a pluma viva aquellas cuestiones que a todos nos preocupan y ocupan, corrijo, a casi todos en vista de lo observado y tras esta observación nacida del sentimiento de inutilidad práctica pero cargada de sentimiento humano por ello.

Quiero comenzar esto que pretendo se convierta en una serie de reflexiones en tinta, con ese día a día que nos hace recorrer el principio desconocido y el final incierto y, para ello, la primera reflexión múltiple que me vengo haciendo es:

¿Qué es lo que está ocurriendo en el mundo? ¿Qué ha ocurrido para que la humanidad se esté comportando en el modo que lo hace? ¿Qué fuerzas pueden influir o influyen en ese
comportamiento? ¿Podemos deshacernos del terrible egoísmo que se ha apoderado de nosotros?

Y, desde luego, para comenzar este camino creo que lo mejor es intentar analizar nuestra propia casa que, a mi parecer, se encuentra un tanto desorientada desde hace un tiempo.

España consiguió, tras cuarenta años de dictadura, desarrollar una base de convivencia que vino a desembocar en un Estado Democrático y de Derecho, pero esto no fue un resultado surgido por generación espontánea, ni se generó desde pensamientos uniformes que acatarían cualquier planteamiento, no.

Esto se generó como consecuencia del abandono por parte de unos y de otros de aquellas cuestiones, de aquellos atavismos que nos enfrentaban tratando de encontrar aquellos otros que pudieran acercarnos y romper ese tremendo muro que nos vino separando desde tanto tiempo atrás y que supuso la existencia de las dos España de Machado, ambas cainitas, ambas asentadas en los odios transmitidos de generación en generación.

A veces de modo irracional pero que sí lo sentía mi padre, mi abuelo….yo también, ambas “Españas” carentes de pensamiento razonable y razonado, imbuidos de sus propios principios divergentes que se retroalimentaban, que hicieron que la España del Siglo XIX tuviera una duración de 175 años y en la que no comenzaremos a tratar de pensar con libertad hasta el último cuarto del Siglo XX, donde padecimos un espejismo, según hoy tratan de hacernos creer.

Parecía que podríamos ser capaces de entender al vecino, al hermano, al enemigo y él, a nosotros.

Este proceso, sin lugar a dudas, pudo estar viciado en sus inicios por algún olvido, alguna ausencia, algún error, pero sin duda estuvo preñado de buena fe y de una creencia en que el camino que se pretendía iniciar, plagado de zarzas, baches, trampas…, en fin, plagado de humanidad, seríamos capaces de recorrerlo convertido en la mejor de las autopistas, en el más brillante y lujoso de los bulevares cuajados de todos aquellos anhelos utópicos que pretendíamos transformar en realidad.

Grandes hombres de unas y otras ideologías dejaron atrás sus mochilas malolientes y avejentadas e intercambiaron nuevas maletas cargadas de realidades que permitirían una convivencia pacífica tras una lección de humildad y reconocimiento del otro.

Todos estos esfuerzos cuajaron en la Constitución de 1978, la más duradera de cuantas han nacido en nuestra muy querida España, y es a partir de aquí que pretendo iniciar mi recorrido virtual y subjetivo por estos interesantes años que se inician al final del siglo XIX, allá por el año 1975 y continúa, en su adolescencia, por una vereda propia de esa edad”.

Juan de Justo Rodríguez, abogado, fue secretario personal del ex secretario de Estado de Interior Rafael Vera durante los gobiernos de Felipe González.

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