Hoy: 11 de noviembre de 2024
En medio de la euforia por los eventos extradeportivos celebrados en el Estadio Santiago Bernabéu, continúa la preocupación vecinal por el flagrante desprecio a la normativa de ruido y licencias.
Lo que estamos presenciando es un entramado de negligencia que involucra tanto a la directiva del estadio como a las autoridades municipales que parecen mirar hacia otro lado. Informes revelan que los decibelios han llegado a duplicar el máximo permitido por ley en numerosas ocasiones, y no se ha aplicado ni una sola sanción hasta la fecha, lo que genera serias dudas sobre la eficacia de los mecanismos de control y la transparencia en la gestión pública.
El problema de los conciertos en el estadio Santiago Bernabéu no sólo reside en el volumen excesivo o falta de licencias adecuadas para albergar eventos que no sean de índole deportivo, lo cual subraya una alarmante negligencia administrativa, sino en los efectos que esos decibelios producen en los vecinos de Concha Espina.
Varios estudios han demostrado que la exposición prolongada a niveles de sonido que exceden los límites establecidos por ley puede provocar trastornos del sueño, estrés crónico y ansiedad, entre otros problemas psicológicos; haciendo hincapié en la necesidad urgente de tomar medidas drásticas para proteger la salud. Y este no es un asunto menor; el bienestar de los ciudadanos se está viendo comprometido, y tanto las autoridades municipales, como los responsables del estadio, deberían rendir cuentas por su inacción.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, tiene una obligación legal y moral de intervenir con firmeza. Los vecinos del Bernabéu llevan tiempo denunciando esta situación, y merecen una respuesta contundente. No es aceptable que, ante una violación constante de las normativas de ruido, el estadio continuase operando con total impunidad. Si los límites legales de ruido no se respetan y son ignorados, la única medida efectiva será la clausura de los eventos no deportivos, tal como exigen las leyes de protección.
Asimismo, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, no está exento de responsabilidad. Como máximo gestor del estadio, es una figura clave en este escándalo. El Santiago Bernabéu no fue diseñado ni está capacitado para albergar eventos de esta índole, y el intento de reconvertirlo en un recinto multiusos, sin cumplir con las normativas pertinentes, pone en riesgo tanto la legalidad como la seguridad de los vecinos. Florentino no puede seguir escondiéndose en el prestigio del club para eludir su responsabilidad. Su gestión negligente, al no implementar las medidas adecuadas, exige una respuesta a la altura de las circunstancias.
En respuesta a estas preocupaciones y como parte de una estrategia para mitigar el impacto negativo de los eventos extradeportivos entre sus vecinos, el club ha decidido posponer sus conciertos. Una decisión un tanto tibia, pues la situación exige medidas drásticas e inmediatas. No actuar ahora podría tener consecuencias graves e irreversibles para la salud pública y el bienestar de los ciudadanos. Es hora de que las autoridades y la directiva del Bernabéu rindan cuentas. Y no basta con insonorizar el estadio.