Hoy: 22 de noviembre de 2024
Todos hemos tenido la experiencia de estar enfermos y de dormir más de lo habitual. Y es que ya nos han convencido de que descansar, dormir, es fundamental para nuestra salud, pero también a la hora de recuperarnos, por ejemplo, de una infección, o frente a la enfermedad.
“El sueño y el descanso son importantes, a nivel general, para la recuperación fisiológica de un organismo frente a una enfermedad, y frente a cuestiones de mantenimiento biológico. De manera que cuando estás enfermo, dormir, sobre todo incentivar determinadas partes del sueño, es una estrategia que ayuda a regular adecuadamente la respuesta inmunitaria para combatir la infección y al mismo tiempo incentivar la recuperación del cuerpo. Por eso el sueño es útil en este sentido”.
Así lo explica a Infosalus en una entrevista Pablo Barrecheguren, doctor en Biomedicina, neurobiólogo, con motivo de la reciente publicación de su libro ¿Por qué soñamos? (Plataforma Actual). “Si dormimos nuestro sistema inmunitario puede trabajar a tope y sin problemas. De hecho, se ha visto que muchos mecanismos que activan el sistema inmunitario dan somnolencia; de manera que está todo interconectado”, agrega.
A la vez, que señala que algunos procesos infecciosos, antes de que empiecen otros síntomas, se pueden detectar por alteraciones en el sueño. “El sistema inmunitario y el sueño están muy interconectados”, apostilla Barrecheguren.
Por otro lado, resalta que la fiebre “metabólicamente sale cara”, es decir, que subir la temperatura corporal conlleva mucho gasto de energía para el organismo. “Durante el sueño, sobre todo en algunas fases concretas, nuestro consumo energético baja, y tiene sentido incentivarlo si hay que tirar de fiebre para vencer a una infección; por eso el cuerpo incentiva la somnolencia para que el gasto energético no nos abrume”, resalta.
A su vez, indica también que la fiebre altera la arquitectura del sueño, y favorece que haya más sueño NRem, más especializado en recuperación fisiológica, y lo hace de una manera más fragmentada para poder mantener la fiebre con más facilidad. Pero no queda ahí la cosa porque las respuestas inflamatorias generan somnolencia, “algo que tiene sentido para evitar sobreesfuerzos, e incentivar la recuperación”.
Este experto recuerda igualmente que quienes tienen alteraciones en el sueño, como insomnio o apnea obstructiva del sueño, también tienden a padecer inflamación crónica o del sistema inmunitario. “La falta de sueño toca todo a nivel cardiovascular y metabólico. El sueño ayuda a regular muchas cosas. Si entonces no se está realizando bien, digamos que el resto de relojes biológicos se ven impactados y aparecen cosas que no son convenientes”, advierte.
Pero no queda ahí la cosa, subraya Pablo Barrecheguren porque somos seres humanos y, como tales, seguimos unos ritmos circadianos: “Se sabe que en estos influye el sistema inmunitario. Las desincronizaciones en los ritmos circadianos, generados por ejemplo por el jet lag, o al trabajar por turnos, favorecen el desarrollo de cáncer, de asma, o de covid-19, así como de las enfermedades inflamatorias”.
Con ello, este doctor en Biomedicina y neurobiólogo afirma que son varias las razones que explicarían el porqué dormimos más cuando estamos enfermos:
1- El sistema inmunitario podría alterar muchos procesos biológicos, así que hay que intentar evitar que su activación se solape con los procesos que podrían verse más perjudicados por él.
2- Las respuestas inmunitarias consumen una serie de recursos, que están más o menos disponibles en función del momento del día.
3- El comportamiento de los animales, incluidos los seres humanos, hace que en unos horarios les sea por ejemplo más fácil lesionarse o coger infecciones que en otros momentos.
4- La respuesta inmunitaria también tiene sus propios ciclos, por lo que es normal que tenga que ponerse de acuerdo y coordinarse con el resto de engranajes fisiológicos.
Como hemos visto, dormir es esencial para recuperarnos de una enfermedad, pero, si no dormimos lo suficiente en el día a día, por las razones que sean, esto también nos puede impactar negativamente en nuestra salud.
Remarca que, en el corto plazo, por ejemplo, si eres adulto y te despiertas un día antes de lo que deberías y duermes menos de lo que necesitas, o incluso llevas varios días sin dormir lo que necesitas, a nivel físico se produce una bajada de rendimiento si eres deportista a nivel físico, por ejemplo. “También es interesante a nivel cognitivo, porque sus funciones se ven disminuidas, la atención disminuye, nos cuesta más reaccionar a los estímulos, se nos escapan más cosas, pero también la memoria falla”, relata Barrecheguren.
Y es que, subraya que si no duermes lo suficiente baja muchísimo la memoria de trabajo, un elemento muy relacionado con la inteligencia. “Estar con falta de sueño te hace tomar peores decisiones. Dejas de evaluar bien los riesgos. Cuando tomamos una decisión hay que hacer una valoración riesgo-beneficio, y con falta de sueño minimizas la importancia de los riesgos y priorizas el beneficio, es decir, tomas decisiones de manera más impulsiva”, agrega.
Por otro lado, ya más en el largo plazo, este experto dice que en humanos se ha visto que no dormir lo suficiente aumenta la mortalidad, y favorece muchos problemas de salud especialmente relacionados con problemas metabólicos y cardiovasculares, como antes hemos citado.
Pone el ejemplo de que si intentas llevar una dieta sana la falta de sueño aumenta nuestro apetito, y además tendemos a tomar más alimentos insalubres; de forma que hay una tendencia a desarrollar más grasa.
Aunque sea de manera indirecta, este doctor en Biomedicina subraya que si dormimos poco tenemos más riesgo de desarrollar alzheimer porque, dormir poco, favorece el desarrollo de hipertensión arterial, a su vez un factor de riesgo de desarrollo de esa enfermedad neurodegenerativa.