La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha cargado contra el bloqueo a la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas. El Congreso rechazó la tramitación de la norma con 178 votos en contra y 170 a favor. Una derrota ajustada que deja en suspenso una de las banderas sociales de Sumar.
Díaz ha lamentado especialmente el papel de Junts. Según explicó en Onda Cero, llevaba meses negociando con la formación de Carles Puigdemont. Aun así, el intento de acuerdo no cuajó. “Yo tengo límites y no voy a entregar mi país”, señaló.
No quiso revelar detalles de esas conversaciones. Tampoco calificó la postura de chantaje. Pero sí de error político. “Se han equivocado. Niegan a los trabajadores una medida ganada en la calle”, subrayó.
La ministra no cerró la puerta a más diálogo. Recordó que siempre ha defendido hablar con todos, desde Esquerra hasta el PNV, e incluso con el PP si se tratara de propuestas concretas. Pero volvió a remarcar que en una negociación no se puede condicionar “el absoluto, el todo”.
El PP, sin embargo, ha negado que se haya producido algún contacto para pactar. Díaz sostiene lo contrario. “Han fastidiado la vida a 12 millones de trabajadores”, acusó, convencida de que incluso votantes populares apoyan la reducción de jornada.
Pese al revés parlamentario, la líder de Sumar no da por perdida la reforma. “Es muy complicado no sentir acompañamiento cuando esta medida está ganada en la calle”, afirmó. Para Díaz, la reducción de jornada responde a una demanda social transversal que supera los colores políticos.
También quiso atajar la sensación de aislamiento tras la derrota en el Congreso. Recordó que el PSOE estuvo de su lado en todo momento. Y quitó hierro a la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el debate. “Seguro que siguió la sesión. No me sentí sola. Había miles de trabajadores fuera del Congreso y la bancada socialista estaba entusiasmada”, aseguró.
La ministra admitió, eso sí, que existe un problema de fondo: la desafección ciudadana hacia la política. Reconoce que muchos perciben distancia y falta de soluciones. Pero rechaza que la respuesta sean nuevas elecciones. Lo que, a su juicio, toca ahora es un debate sobre el propio proceso democrático y cómo fortalecerlo.
En su mensaje final, Díaz volvió a insistir en que la jornada de 37,5 horas semanales no es una promesa vacía. “No tiene marcha atrás”, reiteró. Un aviso tanto a la oposición como a sus socios más críticos.