“…No comenzó con las cámaras de gas. No empezó con los hornos crematorios, no empezó con los campos de concentración y exterminio… Comenzó con los políticos dividiendo a la gente entre ‘nosotros’ y ‘ellos’. Comenzó con discursos de odio e intolerancia, en plazas y a través de los medios de comunicación… Comenzó cuando la gente dejó de preocuparse por eso, cuando la gente se volvió insensible, obediente y ciega, con la creencia de que todo esto era normal”.
La expresión es de Primo Levi, que sobrevivió al Holocausto y que —gracias al rabino Marcelo Rittner— cobra una dolorosa pertinencia. Lo primero fue el olvido como estrategia. Pero y “El Pozolero” y San Fernando, de lo que sabemos. Durante seis años el tema fue solapado.
En México, lo dijeron AMLO y otras autoridades mil veces: no había laboratorios, ni consumo de fentanilo, éramos territorio de paso. ¡Falso!
En paralelo se hizo todo por debilitar a las policías municipales y estatales. Se involucró a las Fuerzas Armadas en una actividad muy riesgosa, con enorme capacidad corruptora, lo saben y en su reputación lo están pagando. ¿Y la Guardia Nacional, esa nueva entidad centralizadora? Hay escenas de los narcos aplaudiéndoles.
“Abrazos, no balazos” destruyó elementos esenciales de la gobernabilidad: el respeto a la autoridad y el miedo a las consecuencias de la ley. Abrazos… ¿Miedo? Venía de muy arriba. El 48% de los desaparecidos de 1988 a 2023 son su responsabilidad.
La penetración se extendió. Alrededor de 30% del territorio, una decena de entidades de la República están controladas por narcos, elecciones incluidas.
¿Quiénes están involucrados? Muchos en todos los órdenes: desde presidentes municipales, responsables de seguridad, cuerpos policiacos, militares, gobernadores y exgobernadores y miremos para arriba. Todos recibieron y reciben protección. Esa es todavía la señal. Por eso necesitan el control del Poder Judicial. Los resultados ya están allí.
Ahora una jueza local de Veracruz se lanza contra el empresario que documentó las propiedades no declaradas por la candidata —hoy gobernadora— Nahle. Lo multó con 14 millones de pesos por “daño moral”.
Al exrector de la UNAM, Enrique Graue y al exdirector de la FES Acatlán, una jueza local de la CDMX les impone una multa de 15 millones a cada uno. Motivo: haber impulsado institucionalmente la investigación de plagio de la ministra Esquivel. La justicia a su servicio y… de los narcos, ese es nuestro futuro.
Sheinbaum repite que, con la elección del Judicial, México será el país más democrático, que habrá “muchos Juárez”.
Están enterrando a miles de profesionistas con experiencia, pero darán 5,000 pesos para “capacitar” a los nuevos. Además, los jueces y magistrados de las áreas delicadas para el gobierno federal —telecomunicaciones, por ejemplo— quedan reservadas a territorios controlados por Morena. ¿Y los demás mexicanos? Eso sí, una boleta presente con cientos de nombres. Gran planeación y… perversión.
Hay de dos: o el desconocimiento de la Presidenta de cómo operan los poderes judiciales en las democracias es brutal o, fiel a la estrategia de su antecesor, inventa una narrativa con la que piensa enterrar la realidad.
Más de 6 millones de personas han rechazado participar en la organización del proceso.
A Sheinbaum le toca la explosión con Teuchitlán. En cuestión de días, García Harfuch da resultados. No es Teuchitlán, es todo el estado, como lo explica Jonathan Lomelí: 4 personas al día, 28 por semana, 117 al mes, 171 fosas clandestinas.
Jalisco es un centro de exterminio. Pero, al tratarse de crimen organizado los tres órdenes de gobierno tienen responsabilidad. ¿Por qué no actuaron antes?
Levi brinca en la tumba. Ya no los sentimos. Insensibles, obedientes, ciegos.
P.D. La intervención de Ricardo Anaya explicando la complejidad bilateral del narco es la mejor defensa que he escuchado de las razones de México y de las mutuas para encararlo.
Brillante.
Avisos