Vedetismo en la política

14 de abril de 2025
5 minutos de lectura
Justicia |Pexels

FRANCISCO FLORES LEGARDA

«Los partidos son partes. El país es un todo. No promulgar la división. Luchar por la unión. Basta de odio» ( Jodorowsky)

Con el inicio de las campañas de los candidatos a ocupar cargos como ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, jueces de distrito, magistrados de circuito y demás puestos judiciales a nivel estatal, observamos un fenómeno cada vez más visible en las redes sociales. En estos medios digitales, los candidatos utilizan diversas estrategias para captar la atención del público y obtener votos. En sus spots publicitarios, no sólo presentan sus propuestas, sino también incluyen su nombre, el puesto que buscan ocupar y un número, todo con el objetivo de facilitar su reconocimiento.

He tenido la oportunidad de observar a muchos de estos aspirantes: jueces, magistrados y otros cargos importantes. Entre ellos, hay hombres y mujeres con una sólida carrera judicial, honestos, comprometidos con la ley y con un profundo sentido de empatía y humanismo. Son personas formadas para impartir justicia de manera equitativa. Sin embargo, es el pueblo quien debe decidir quién ocupará estos cargos. Conozco a varios de estos aspirantes y espero que todos ellos tengan éxito en este proceso, ya que es un derecho legítimo establecido por la Constitución, aunque éste haya sido alterado por las reformas impulsadas por el presidente AMLO. Sería imprudente de mi parte criticar las aspiraciones de quienes se postulan, aunque debo señalar que no estoy de acuerdo con la forma en que se están eligiendo a los jueces y magistrados. Mi postura se mantiene firme: seguiré criticando las reformas constitucionales impulsadas por el Congreso de la Unión, con su mayoría calificada de Morena, que argumenta representar al pueblo. Como bien se dice: “El pueblo siempre tiene la razón, y cuando no, también”.

Lamentablemente, en las redes sociales he visto a algunos candidatos, no sé si por ignorancia o por estrategia, hacer propuestas poco serias, como la que afirma “estar tan buena como los chicharrones” o la que se presenta como “Dora la exploradora”, mostrando una fotografía sin ninguna propuesta concreta, sólo su imagen y su número en la boleta. Es triste que en este contexto, los ciudadanos recuerden más las imágenes que las propuestas reales.

Por otro lado, la ministra del Pueblo, que fue entrevistada por López Dóriga en su programa, fue objeto de burla. El conductor le preguntó, con sarcasmo, por qué debería ser electa como ministra de la Corte. Ella mencionó que tenía cerca de 40 libros sobre diversos temas de derecho y que, con esa preparación, podría emitir sentencias que respeten los derechos humanos. Además, destacó su experiencia en el Consejo de la Judicatura Federal y su trabajo como ministra de la Corte, sin embargo, muchos de sus colegas, incluidos algunos afines a Morena, no perdieron oportunidad para criticarla, cuestionando tanto sus decisiones como su comportamiento dentro de las sesiones. Esto evidencia la falta de congruencia y seriedad en algunos de los líderes políticos, quienes se concentran en hacer alarde de su apoyo incondicional al gobierno, desvirtuando la función judicial. En todo caso, espero que los mejores aspirantes sean elegidos para estos cargos tan importantes.

Sabemos que la política en nuestro país está en crisis. Los partidos, tanto el oficialismo como la oposición, se han arrogado una representación que, en muchos casos, ya no tiene sentido. Muchos de sus integrantes carecen de ética y son vulnerables a la tentación del poder y el dinero. Sin embargo, en los últimos tiempos ha emergido un fenómeno propio de los nuevos actores políticos, especialmente de los más jóvenes: el vedetismo político.

Este vedetismo, que se caracteriza por la necesidad desmedida de ser el centro de atención, no pertenece sólo a los políticos veteranos, sino también a los más jóvenes, quienes han encontrado en las redes sociales y en los dispositivos digitales la plataforma ideal para alimentar su vanidad. El vedetismo político no surgió en los pasillos del poder, sino en las luchas ciudadanas y las plataformas políticas, donde se empezó a manifestar con fuerza.

Este fenómeno agrava aún más los problemas del sistema político, pues no sólo refleja una carencia de ideas y formación intelectual, sino también una obsesión por las cámaras y los flashes. Los políticos que caen en este vedetismo no pierden ocasión para publicarse fotos y videos en cada oportunidad, ya sea en una manifestación, en un mitin, en un desayuno de trabajo o durante un encuentro con algún diplomático, sin ningún sentido crítico, con el único objetivo de llamar la atención de un público generalmente acrítico.

Los «vedetes políticos» no sólo son los nuevos parlamentarios jóvenes; incluso los líderes de la oposición y del oficialismo caen en esta tentación. La cultura del espectáculo, de la farándula, ha desplazado la seriedad y el trabajo profundo en la política. Publican fotos y videos sin que sus acciones tengan un impacto real en la política pública ni en la resolución de los problemas del país.

En lugar de hacer ruido en las redes sociales, los parlamentarios, especialmente los opositores, deberían centrarse en la actividad intelectual y ética, que es la verdadera base de la política. Las cámaras y los flashes no deberían ser un fin en sí mismos. La política debe ser una actividad seria, reservada para los más preparados y comprometidos con el bien común. Si bien no está mal disfrutar de la fama, ésta debe estar justificada por la acción y la propuesta.

Mi crítica a las reformas constitucionales, especialmente las relacionadas con el Poder Judicial, sigue siendo firme. No obstante, entiendo que las circunstancias pueden cambiar, y tal vez mi postura también lo haga.

En todo caso, me siento orgulloso de contar entre mis amigos a varios de los aspirantes que se proyectan para ocupar puestos en el Poder Judicial. Entre ellos, algunos de mis compañeros de la Facultad de Derecho de la UACh, con quienes luchamos para implementar reformas significativas en la institución. Recuerdo con cariño el esfuerzo del maestro Rubén Portillo Arroyo, quien fue clave para que finalmente se aprobara el reglamento interno de la facultad, algo que parecía impensable en aquellos tiempos.

Algunos de estos aspirantes, como Rodolfo Sandoval Peña, José Caín Lara Dávila, Yamir Roberto Aguirre Flores y Carmen Rocío Márquez Padilla, han demostrado ser personas de gran humanidad y sentido de justicia. Además, muchos de ellos estuvieron presentes en los movimientos estudiantiles de 1985 y 1989, cuando luchamos no sólo por la autonomía de la Universidad, sino por el cambio en nuestra sociedad. Son hombres y mujeres de valor, y me alegra que estén buscando ocupar cargos tan importantes.

Salud y larga vida.

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.

*Por su interés, reproducimos este artículo escrito por Francisco Flores Legarda, publicado en El diario de Chihuahua.

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