A mi parecer, Plácido Domingo es quien mejor canta ese Himno a Valencia, del maestro Padilla, que contagia de belleza y asombros las cualidades de una tierra deliciosa.
Todos los españoles hemos sufrido con el agua que se desbordó en la comarca valenciana matando y destruyendo sin piedad. La Dana se convirtió en asesina con su violento y afilado puñal de agua. Tras las muertes y los desamparos, las responsabilidades de los que pudieron achicar la tragedia se han convertido en lanzaderas de improperios y en un redoble de cuchillos que sigue llenando de sangre el oro de los naranjales…
Unamuno, al regresar el exilio y con las lágrimas saltadas, aseguró lo que sigue siendo vigente en la preocupación de los que deseamos otra circunstancia: “El problema de España no es político, es ético”. Y miró desde su balcón salmantino los rizos de las dos catedrales a ver si en su plegaria de descreído a medias surgía alguna esperanza para este pueblo, que aprovecha la sombra de Caín para seguir reconociendo al adversario como enemigo despiadado.
pedrouve