El oficial del aeropuerto de Tenerife, ascendido luego a capitán, ha sido apartado del cuerpo durante dos meses por vejaciones: “Te voy a poner en tu sitio; aquí no eres nadie”
En mayo de 2019, en el destacamento de la Guardia Civil del aeropuerto Reina Sofía de Tenerife, el teniente Severino A.P., en la actualidad ascendido a capitán, la emprendió contra su subordinada, Isabel J. D. Ese día, no era la primera vez, todo lo escuchó desde el vestuario contiguo el subteniente José F.A., quien en ese momento se hallaba cambiándose de ropa.
En tono exacerbado, el teniente soltó a su subordinada: “No saber sumar, las sumas que has hecho no están bien hechas; ¿no has estado de pequeña en el colegio…”.
La funcionaria se calló y salió del despacho, cabizbaja. Minutos después, según la confesión del subteniente, “se la encontró llorando en una esquina”. Su maltrato a Isabel no se limitó a ese día.
Ya lo había hecho más veces. El 6 de mayo de 2019, Isabel cometió un error, por no poner en un documento el tratamiento de don a un guardia civil. Y el teniente se la lío.
Empezó a gritarle: “Tú no eres nadie para quitarle el tratamiento a un guardia civil; la condición de don es inherente al empleo; pero qué te has creído tú para hacer eso”.
“Aquí tú no eres nadie”
La funcionaria intentó explicarle que “sólo era un error tipográfico” y que su intención nunca fue intentar denigrar a nadie. No sirvieron sus explicaciones. El teniente volvió a arremeter contra ella: ·”Aquí la única que no eres nadie eres tú, y te voy a poner en tu sitio”; “tú no eres quien para quitarle a nadie su tratamiento”.
Ese día, también se echó a llorar la subordinada y se salió al exterior de la oficina. El maltrato lo escuchó en esta ocasión el sargento primero Alfonso R. R, quien al salir de la oficina también la vio llorando en los alrededores, mientras seguían saliendo a la calle los gritos del teniente: “Aquí mandan mis cojones”.
El maltrato no se limitó solo a esos dos episodios. El 16 de marzo de 2020, según consta en la sentencia que acaba de dictar el Tribunal Supremo contra el teniente por estos hechos, y que implica una suspensión de empleo y sueldo durante dos meses por desconsideración a una subordinada, el teniente entró en la oficina en que estaba Isabel “y le arrojó una carpeta con documentación sobre la mesa”, según la sentencia.
La funcionaria le preguntó si tenía que adoptar ella algún tipo de medida respecto al coronavirus, que en ese momento estaba en su máximo apogeo.
El teniente, defendido por la abogada María Bella García, le respondió: “Yo no tengo que darte a ti nada, el material es para personal de la Guardia civil exclusivamente y que yo sepa tú no eres guardia civil, así que no es, por consiguiente, asunto mío lo que tú necesites o dejes de necesitar”.
La subordinada le contestó: “No pretendo quitarles nada a los guardias civiles, sino saber si yo también he sido tenida en cuenta par las medidas preventivas que se apliquen en el aeropuerto”.
El mando se encogió de hombros, salió de la oficina y, “mientras se tocaba los genitales”, le espetó: “Me suda los cojones, haz lo que creas conveniente, que yo ya sabré lo que tengo que hacer, así que ándate con cuidado”.
Baja médica
Tras estos nuevos improperios, Isabel se marchó también llorando y acudió al centro médico San Isidro de Tenerife, donde el médico, al ver su estado de ansiedad, le dio la baja laboral.
Isabel, según la sentencia, en esos días se hallaba además muy tensa debido a la enfermedad que le habían diagnosticado a su padre. Y tuvo otras bajas diferente de las que propició su teniente, pero por traumatismos de espalda.
El jefe de la Guardia Civil de Tenerife le expedientó por este maltrato y lo apartó dos meses del servicio con suspensión de empleo. Entonces él recurrió a los tribunales, que no le han dado la razón y confirman la sanción de dos meses.
Él alegó que los hechos no fueron así y apeló a la presunción de inocencia, pero los tribunales entienden que el acervo probatorio, los testimonios de los sargentos presentes en los distintos episodios de maltrato, son inequívocos y certeros.
Se le atribuye una “desconsideración grave hacia un subordinado o compañero, o un ciudadano en el ejercicio de sus funciones”, tipificado en la nueva Ley Disciplinaria de la Guardia Civil en su artículo 8.3, apartado 6″.