Una revisión reciente de Cochrane liderada por la Universidad de Bristol (Reino Unido) confirma que administrar una simple infusión (o “goteo”) de sulfato de magnesio a mujeres con riesgo de parto prematuro puede evitar que sus bebés desarrollen parálisis cerebral.
El medicamento en sí cuesta aproximadamente cinco libras (5,97 euros) por dosis en Inglaterra y requiere ingreso hospitalario con personal experimentado para administrarlo de forma segura a la madre. Un nuevo editorial pide que esta intervención se implemente de manera más amplia y equitativa, ya que aún no está disponible de manera uniforme en todo el mundo.
La primera revisión Cochrane que demostró que el sulfato de magnesio protege a los bebés prematuros contra la parálisis cerebral se publicó en 2009, y la actualización reciente incluye ensayos más recientes que confirman aún más este hallazgo. La Organización Mundial de la Salud lo recomienda desde 2015 para mujeres con riesgo de parto prematuro antes de las 32 semanas de gestación, pero su implementación sigue siendo un desafío en muchas áreas, según investigadores de la Universidad de Bristol.
Saber qué intervenciones son eficaces es solo una parte de la batalla, ya que implementarlas de manera sistemática en sistemas de salud complejos no es nada trivial. Después de ver los resultados de la revisión original, la neonatóloga Karen Luyt se sintió inspirada a garantizar que esta intervención que cambia la vida se ofreciera a todas las madres elegibles en toda Inglaterra. Esto incluye a todas las mujeres que entran en trabajo de parto antes de las 30 semanas de gestación y algunas mujeres entre las 30 y 33 semanas, según factores clínicos.
“El parto prematuro es la principal causa de lesión cerebral y parálisis cerebral, con un impacto de por vida en los niños y las familias”, enuncia Karen Luyt, profesora de Medicina Neonatal en la Universidad de Bristol. “Cuando se publicó el metanálisis de Cochrane en 2009, me di cuenta de que el sulfato de magnesio, administrado a las madres en trabajo de parto prematuro, era un potencial punto de inflexión”, afirma.
“El primer tratamiento neuroprotector eficaz para bebés prematuros, que previene la parálisis cerebral en aproximadamente un 30%. Fuimos pioneros en adoptarlo en el Hospital St Michael (University Hospitals Bristol & Weston NHS Trust). En 2014 descubrí que este tratamiento que puede cambiar la vida de una persona no se utilizaba ampliamente en Inglaterra, a pesar de que se había demostrado que era eficaz para proteger a los bebés prematuros de las lesiones cerebrales y la consiguiente parálisis cerebral. Nuestro objetivo era ofrecer a todas las madres que cumplían los requisitos y que estaban en trabajo de parto prematuro la posibilidad de recibir sulfato de magnesio y a todos los bebés prematuros la posibilidad de desarrollar todo su potencial”, señala Luyt.
Tras la correspondencia con los autores de Cochrane, Karen comenzó a implementar los hallazgos en su propio hospital a través de un programa llamado PReCePT (prevención de la parálisis cerebral en el trabajo de parto prematuro). El programa, que cuenta con el apoyo de Health Innovation West of England y fue diseñado en conjunto por padres y personal de maternidad, ofrece herramientas prácticas y capacitación para garantizar que se ofrezca sulfato de magnesio a las madres que reúnen los requisitos.
La colaboración PReCePT logró cerrar la brecha entre la evidencia y la práctica en Inglaterra, lograr equidad en la salud para los bebés que viven en las regiones más desfavorecidas socioeconómicamente y construir la base de evidencia para una implementación exitosa de intervenciones perinatales en el futuro.
Karen trabajó junto con médicos de todo el mundo para desarrollar materiales que ayuden a las personas de entornos con menos recursos a implementar el sulfato de magnesio junto con otras intervenciones para ayudar a los bebés prematuros. En su nuevo editorial en la Biblioteca Cochrane, insta a aumentar la adopción global y la investigación sobre la implementación en entornos con menos recursos.