Fue durante la época de la pandemia cuando este artista tuvo la original idea de ir dejando por los rincones de nuestra ciudad un mensaje de aliento
Es difícil guiarse en el camino cuando los faros que lo iluminan sentimos que no están dispuestos para nosotros. Cada año aumenta el número de personas que dejan de transitar por la espesa niebla por donde todos caminamos. Alertado por los objetivos e impersonales datos de las estadísticas un caminante anónimo trata de encender una iluminaria que tal vez ayude a alguien perdido en la oscuridad a volver a las viejas sendas.
Fue durante la época de la pandemia cuando este artista tuvo la original idea de ir dejando por los rincones de nuestra ciudad un mensaje de aliento formado por un dibujo, y en su reverso una frase motivadora, que sirviera de acicate a todo aquel que lo encontrase, haciéndole saber que no estaba solo, y que tenía motivos para seguir adelante. Este singular anónimo ha inundado durante estos últimos años los espacios concurridos de nuestra ciudad.
Su mensaje, intuye, llega a los que va dirigido, dado que a la vuelta, sus dibujos depositados como si se tratara de una llamada, ya no se encuentran en el lugar escogido. Piensa que algún ciudadano de los que nos rodea captó el mensaje haciéndose dueño de él. Esta historia real transcurre con vida propia por las calles y parques de nuestra ciudad. El dibujo expuesto en esta crónica es el que contenía en su reverso las frases motivadoras, tales como “No estás solo”, “Regalo una sonrisa” y otras de índole semejante, dirigidas a quienes lo encontraran por si necesitaban un empuje de aliento en aquellos momentos vitales, tercos e innecesarios, de espesas nieblas que nos impiden u obstaculizan llegar a ese lugar común que debería ser el de muchos.
Este relato viene a colación por la llamada de atención sobre un dibujo expuesto en la vitrina de “Fetiches” situado en el Museo de la Felicidad en Madrid en la C/ Ronda de Valencia Nº 8, donde este artista anónimo y generoso explica los motivos que le llevo a inundar de imágenes los lugares donde raudos transitamos: “Observé en mis largos y solitarios paseos por Madrid tras la pandemia, que muchas personas andaban por las calles angustiadas, tristes, cargadas de ansiedad…tanta gente cabizbaja y necesitaba de abrazos o al menos, de un anónimo mensaje positivo que poder encontrarse por cualquier rincón… en un bar mientras esperan, la recepción de un hotel, el banco de un parque, una solitaria mesa de un restaurante, el asiento de un autobús, así que decidí ir dejando, con frases escritas, ese pequeño dibujillo para arrancar sonrisas y que reflexionaran con que siempre hay alguien observando lo mucho que valen y la maravilla de luz que irradian pese a sus prisas y sus fruncidos ceños”.
Es fundamental saber que siempre hay alguien, seguramente muchos, a los que de verdad sin conocernos les importamos. Que desean que transitemos a su lado sin necesidad de intercambiar palabras, muchas veces por repetidas innecesarias. Ahora cuando camino por esta ciudad oteo los rincones de mi entorno en busca de ese dibujo que sé que me espera.