El Tribunal Supremo ha condenado a un año de suspensión de empleo y sueldo por un falta muy grave, que conlleva pérdida del destino, al guardia civil Enrique L. D., por manchar el nombre del instituto armado e insultar al dueño de un bar de la localidad de Algaida (Mallorca), Washington J., y a una empleada, Llonka Y. V., ambos hermanos y de origen ecuatoriano. El agente solía acudir al bar y, exhibiendo placa, tenía por costumbre lanzar insultos denigrantes y xenófobos tanto al dueño como a su hermana, empleada en el local. “Has salido de la una selva”, “te subes a un cocotero”, “vas en patera y eres un cabrón”. Y a su hermana, le dirigió expresiones del siguiente tenor: “ecuatoriana, no sirves para nada, trabajas cuando te da la gana”.
Según la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, que confirma una resolución previa del tribunal territorial militar, los insultos lanzados contra estos hermanos constituyen “una falta muy grave consiste en el abuso de atribuciones que causan grave daño a los ciudadanos o a la Administración”. Señala el tribunal que, “dentro de esta línea de comportamiento” del guardia civil, sobre la una de la madrugada del 24 de julio de 2019, se produjo, además, una discusión entre el agente y Llonka, harta de los excesos de Enrique L. D. hacia ella y su hermano cada vez que pasaba por el bar. La última discusión se produjo por un perro. El agente volvió a insultar a la camarera: “Parásito”, “eres insignificante”, “sólo sois unos muertos de hambre que llegasteis en patera”, “sois unos narcos”. Y luego añadió: “Mi placa puede hacer mucho daño, te vas a enterar”. La sentencia no explica el motivo ni la actitud por la que se comportaba así este agente con los citados hermanos.
Pero Llonka acabó sufriendo una depresión. Según el tribunal, le causaron “un marcado estado de ansiedad que precisó asistencia médica en un centro de la localidad de Algaida, donde le fue prescrito un tratamiento ansiolítico desde el 27 de julio al 2 de agosto de 2019”. La mujer presentó después una denuncia ante el mismo cuartel de la Guardia Civil en el que trabajaba el agente. La Dirección General de la Guardia Civil le abrió un expediente por falta grave y lo suspendió un año sin empleo ni sueldo, y con pérdida de destino.
Testigos no fiables
El guardia apeló al Ministerio de Defensa, que confirmó los hechos y la sanción. Y posteriormente acudió a los jueces militares, que tampoco le han dado la razón y confirman su suspensión de empleo y sueldo durante un año. El guardia llevó testigos para tratar de demostrar que lo que decían los afectados era incierto, pero los jueces entienden que tales testimonios carecen de credibilidad al tratarse de amigos suyos. Sin embargo, si otorga veracidad a los testimonios de los hermanos y a los testigos que estos presentaron; entre ellos, un policía local de la ciudad que oyó en muchas ocasiones al agente insultar a los dueños del bar.
El guardia se defendió argumentando que él no había proferido tales insultos y que, en todo caso, su actitud no era una ofensa ni dañaba la imagen de a Guardia Civil puesto que la camarera y su hermano habían presentado la denuncia en su mismo cuartel. El tribunal replica que sí hay un daño a la imagen del cuerpo y que si presentó allí la denuncia es porque era el lugar más próximo y, además, no había otro donde hacerlo. También le recuerda que hacía ostentación de la “placa” para amedrentarlos.