Todas las ciudades del mundo tienen su encanto. Tienen identidad y esencia propia. La vibrante ciudad canadiense invita a adentrarse en cada uno de sus mágicos rincones y experimentar todo lo que ofrece. Hablamos de Toronto.
Toronto, la ciudad de los rascacielos y el dinamismo cultural, cuenta con casi 3 millones de personas que conviven con una gran adquisición financiera. Su producto interior bruto supera los 550 mil millones de dólares, más que el de muchos países.
Aunque conocerla a fondo merece un recorrido bien planeado permite saborear su esencia.
Según informa el Diario de Las Américas, la visita puede comenzar en Nathan Phillips Square, donde se alza el icónico Ayuntamiento flanqueado por dos torres curvas. Justo al lado, el edificio neorrománico de la antigua alcaldía suma historia al paisaje.
A pocos pasos está Yonge Dundas Square, una explosión de pantallas digitales, restaurantes, tiendas y entretenimiento. Muy cerca, la avenida University ofrece una mirada al corazón financiero y corporativo de la ciudad.
La CN Tower, de 553 metros, sigue siendo un símbolo imponente. Desde su mirador se aprecia el trazado urbano, el lago Ontario y las islas cercanas.
A su alrededor, nuevos edificios como las Absolute Towers o los Emerald Park Condos desafían la imaginación arquitectónica.
Toronto invita a andar. Aunque su red de metro, tranvías y autobuses es eficiente, recorrerla a pie permite descubrir barrios únicos.
Yorkville, elegante y sofisticado. Chinatown, lleno de aromas y tiendas económicas. Kensington Market, bohemio y colorido. The Path, la red subterránea comercial de 30 kilómetros, es ideal para resguardarse del clima extremo.
Y una de las vistas más bonitas del skyline canadiense se encuentra a tan solo 15 minutos en ferry, en Toronto Island Park. Es un plan perfecto para toda la familia, con playas, vegetación y vistas espectaculares.
St. Lawrence Market, con más de 200 años, es una parada obligada. Tiene más de 120 puestos de frutas, quesos, carnes y dulces. Además de embutidos, pizzas, regalos y muchas muchas chuches.
Aquí, el sándwich de Peameal Bacon es una delicia local. Es un sándwich de lomo de cerdo curado que fríen a la plancha y está acompañado con queso y mostaza.
A unos pasos, el Distillery District ofrece galerías, tiendas, bares y el encanto de sus calles adoquinadas.
Y el Mill Street Brew Pub, en el que se elaboran cervezas desde hace más de 100 años.
En Toronto también se come bien. Desde el Frenchy Bar et Brasserie, que ofrece cocina francesa con platos como brie horneado con miel y nueces. Hasta KOST, en la planta 44 del Hotel Bisha, donde los desayunos tienen como fondo el skyline urbano.
Osteria Giulia, galardonada con estrella Michelin, encanta con su pasta artesanal y ambiente elegante. Añejo, con su cocina mexicana y extensa carta de tequilas, es ideal para una noche animada.
Y si de sabores caribeños se trata, Cubano Kings en Spadina Avenue sirve croquetas, pastelitos y sándwiches como si estuviéramos en La Habana.
En cuanto a la pasta, nos deleitamos con las Lorighittas al Mare. Este es un plato artesanal hecho con pasta trenzada a mano, calamares, vieiras, algo de chile, ajo y anchoa.
Para quienes prefieren la variedad, Chefs Hall es la respuesta: 14 propuestas gastronómicas en un solo espacio, perfecto para explorar sin decidirse por una sola cocina.
El arte tiene un espacio fundamental. En The Second City, la comedia se vuelve crítica social con espectáculos como Duel Citizens.
Casa Loma es una mansión neogótica de más de 6.000 metros cuadrados, sirve como museo, set de filmación y sede de conciertos veraniegos.
Y en el Art Gallery of Ontario, rediseñado por Frank Gehry, arte canadiense e internacional se exhibe en un edificio que es, en sí mismo, una obra maestra. Con espectaculares escaleras escultóricas, un amplio uso de madera de abeto y fachadas de vidrio y metal que inundan las galerías de luz natural, según recoge la guía del Diario de Las Américas.
Las iglesias, además de su significado religioso, son grandes obras de arte de la gran arquitectura y la muy neogótica Cathedral St James, construida en 1850, es prueba de ello.
Llegar a Toronto es sencillo. Aerolíneas como Air Canada ofrecen vuelos diarios desde múltiples ciudades. Si viaja con pasaporte estadounidense, no necesita visa. De lo contrario, consulte la oficina consular canadiense.
En cuanto a alojamiento, hay opciones para todos los gustos y bolsillos: desde grandes hoteles como el Toronto Hilton hasta apartamentos de alquiler o casas de huéspedes.
El sitio destinationtoronto.com ofrece información detallada para planificar la estancia.
Y un consejo práctico: no cambie dinero en efectivo. Usar la tarjeta ATM al llegar asegura una mejor tasa de cambio y evita comisiones innecesarias.