Hoy: 21 de febrero de 2025
Estaban celebrando sus Bodas de Plata matrimoniales. Manuel y Rocío llevaban enamorados toda la vida desde que en el Colegio les pusieron juntos en el banco de su primera comunión. Rocío, con un tirabuzón dorado que casi le tapaba medio ojo, no cesaba en su niñez de mirar con alboroto al Manuel que tenía enfrente. Manuel, encajado en los nervios, enredaba los dedos en las cuentas de su rosario pequeño.
A los quince años sus familias estuvieron de acuerdo en que los niños se querían y entendieron razonable el ayudarles a crecer en lugar de estorbar un amor que parecía irreversible.
Se casaron. No pudieron tener hijos y el sábado se fueron a celebrar sus bodas de plata a un hotel de lujo. De pronto, con voz queda, Rocío se dirigió a Manuel:
-Manuel, que me estoy muriendo.
-No jo…robes, Rocío.
Apareció Munuera Montero, sacó su tarjeta roja y Rocío se quedó muerta. Mientras, Bellingham, sin entender nada, se fue caminando en inglés hacia los vestuarios.