Tan lejos de Dios…

13 de noviembre de 2024
2 minutos de lectura
Bogotá. 22 de Septiembre de 2022. Germán Umaña Mendoza, nuevo Ministro de Comercio, Industria y Turismo. / Fuente: Colombiapress

Hay que sobrevivir. Hay que respirar al sur global, a nuestros vecinos. Por ahora: mal país en un mal barrio

Son de tal magnitud los cambios en la geopolítica internacional que parecería que los analistas tienen profundas dificultades para identificar las posibles consecuencias. Parecería que hay total incertidumbre, cuando la verdad es que existe una total certidumbre.

En primer lugar, la realidad es que la crisis del multilateralismo es cada vez más evidente. Las Naciones Unidas y su participación como organismo para generar equilibrios no existe más. El FMI y el BM no tendrán ningún grado de libertad para dotar a las economías del financiamiento ni controlar los sistemas monetario y cambiario internacionales. De otra parte, las organizaciones multilaterales comerciales serán cosa del pasado.

La Otán ya no será el árbitro en la guerra Ucrania-Rusia ni en los conflictos del Medio Oriente. La solución estará en manos de Donald Trump. De su alianza con Vladímir Putin. Benjamín Netanyahu parecería y, ojalá así ocurra, que tiene los días contados como gobernante de Israel.

Las soluciones que se den podrán ser convenientes para evitar la intensificación de los genocidios y la barbarie. Se fortalecerán Rusia y los Estados Unidos y en el Medio Oriente habrá acuerdos que a largo plazo solo generarán mayor inestabilidad regional.

Es casi demencial lo que ocurre. Tanto que se criticó la concentración de los poderes en las dictaduras o las democraduras en Latinoamérica y el ejemplo de pesos y contrapesos de la democracia norteamericana se acabó. Trump, que no los republicanos, ganó la Presidencia, el Senado, muy probablemente la Cámara de Representantes y controla la Corte Suprema de Justicia: igual a una banana republic.

Revive el proteccionismo en Norteamérica, la Unión Europea y la China. Para México es el regreso a “estar lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Entre las imposiciones en materia migratoria y los anunciados aranceles, no tendrá una posibilidad diferente que mirar al sur y volver a hablar en español.

Regresa en todo su esplendor la Doctrina Monroe: “América para los americanos” (norteamericanos). Bolívar y su Carta de Jamaica tendrían que revivir y la integración latinoamericana tendría que ser la estrategia. Pero… somos “los perfectos idiotas”. Ni siquiera estamos pensando en eso.

La tragedia ambiental se profundizará. El negacionista ganó y las COP serán irrelevantes y, en vez de acercarnos, nos distanciaremos del cumplimiento de los objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero, claro que nos necesitan, somos el pulmón del mundo y los principales actores de la conservación de la biodiversidad. Infortunadamente, tenemos claro que nuestra decisión es que “para que nada nos separe, que no nos una nada”.

Venezuela, no se sorprendan, podrá llegar a acuerdos con Trump, “negocios son negocios” y mientras duren las guerras, los Estados Unidos necesitarán de ellos y del suministro de petróleo.

Colombia, ni tan cerca de los Estados Unidos, ni tan lejos de Dios. Nuestra relación se limitará a las políticas antidrogas y migratorias. Con el cierre a las exportaciones chinas en los Estados Unidos tendremos que evitar la inundación de sus productos en condiciones de competencia desleal y, por qué no, será la oportunidad para aprovechar el mercado norteamericano y el nearshoring para atraer inversiones.

La gran tragedia es que por muchos años por fin tenemos certidumbre. Dependemos de nosotros mismos. Por ahora, hay que sobrevivir. Hay que respirar al sur global, a nuestros vecinos. Por ahora: mal país en un mal barrio.

Reviven los postulados de Prebisch, la teoría cepalina, la sustitución de importaciones, el desarrollo sostenible. ¿Brasil entenderá, por fin, que tiene y debe asumir un liderazgo en Suramérica?

Erasmo de Roterdam hacía el Elogio de la locura. Estamos en modo psicoanálisis. Ojalá recuperemos la cordura, a más tardar mañana.

Por su interés recogemos este artículo de Germán Umaña Mendoza publicado en El Tiempo

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