El maestro del horror abandona momentáneamente las historias truculentas para abordar los clásicos tópicos de la fantasía en una trama de héroes y villanos
“Estoy seguro de que puedo contar esta historia. Y también estoy seguro de que nadie me creerá”. Con esta sugerente apertura al más puro estilo Peter Pan, Stephen King desgrana una historia que sigue los cánones establecidos de la épica fantástica.
Alejada de los escenarios macabros y de los personajes retorcidos que anidan entre las páginas del maestro del horror, Fairy Tale ha sido tildada de “sorprendentemente tranquila” y su creación obedece a los deseos de King de escribir “historias felices” durante la pandemia.
A pesar de su carácter sosegado, la novela no deshecha el sello personal de su autor, esto es, los aspectos sórdidos que suelen caracterizar al resto de sus obras. En ella se pueden encontrar episodios de alcoholismo y violencia doméstica con los subsiguientes traumas adolescentes.
King reconoce que la historia surgió “como si mi imaginación hubiera estado esperando a que alguien formulara la pregunta. Vi una gran ciudad desierta, desierta pero aún viva, vi las calles vacías, los edificios encantados, una cabeza de gárgola escudriñando la acera…Esa imágenes acabaron componiendo la historia que quería contar” reconoce el escritor oriundo del Estado de Maine.
El libro narra las peripecias de Charlie, un encantador joven de 17 años que vive la típica rutina de adolescente popular: bueno en los deportes y exitoso con las chicas. Sin embargo, el hogar del muchacho has dio testigo de oscuros traumas, como el atropello de su madre o la adicción de su padre al alcohol. Su intento por escapar de la realidad llevará al protagonista a conocer a Howard Bowditch y a su perro Radar. Ambos esconden un secreto que ha aguardado generaciones a ser desenterrado…