Hoy: 29 de diciembre de 2024
Un nuevo episodio de dolor y de muerte se abre ahora sobre Siria, que diera nombre a nuestra Soria de siempre merced a Almanzor, cuentan las crónicas. El país de los Omeyas sale ahora de una atroz dictadura, maquillada geopolíticamente por lineamientos formalmente antiimperiales e inicia un proceso político y militar incierto que nadie sabe dónde irá a parar.
El pueblo sirio respira al librarse del cruel y criminal dinasta huído, Asad, pero contiene el aliento cuando ve desfilar por las calles de Damasco los estandartes blancos de Al Qaeda, que flanquean también la imagen, hoy casi rasurada, del barbudo líder Al Julani desprovisto ya del turbante.
Parece imposible pero es cierto: los islamistas sirios más comprometidos con su causa van a allanar, quizá a su pesar, el camino de Nethanyahu hasta el culmen de su poder sobrepotente en todo el Medio Oriente. Ya afila su cuchillería para emprenderla contra los ayatolas de Irán, cuyas defensas antilimisiles la aviación y la artillería drónica, israelíes, han laminado semanas atrás —¿dónde quedaron los S–300–rusos que protegían el complejo nuclear de Natanz y el aeropuerto teheraní de Mehrabad?–, mientras bombardea de manera inmisericorde, un día si y otro también, zonas contiguas a Damasco.
Bajo todo este estruendoso aparato chapotean, con designios de poder y aliados propios entre cien facciones locales en liza, potencias regionales como Turquía, Arabia Saudí, Irán o Catar; así como grandes potencias, Rusia y la superpotencia imperial de Estados Unidos. Mientras, tres pueblos, el sirio, el palestino y el kurdo, gimen en silencio al imaginar el destino que les aguarda.
Al otro lado de las fronteras, el pueblo iraní columbra vísperas de destrucción, al tiempo que los jóvenes israelíes aguardan la llamada a los frentes de guerra, tantos, que su Gobierno, inflamado de sionismo, abre por doquier: Gaza, Líbano, Siria, Yemen… ¿para cuándo Irán?
¿No ha de quedar una mente honrada, en las élites estadounidenses de poder, que comprenda y se proponga atajar el saldo de sangre y muerte que esos planes bélicos van a implicar y se atreva a parar los pies a tanto genocida convicto y potencial como anda suelto? ¿Qué explicación cabe al silencio de Moscú al respecto?
¿Nadie queda con sensatez suficiente, entre las élites árabes, como para proponer para el pueblo palestino un hogar provisional en zonas habitables del norte de Arabia Saudí, en áreas benignas del Sinaí egipcio, en las fértiles llanuras iraquíes… para evitar que sea exterminador por completo por la furia genocida de Nethanyahu y su ciego patrón transoceánico?
La talibanizacion de Siria es un riesgo cierto, como cierto es que el país de los Omeyas va a ser considerado, más temprano que tarde, un Estado fallido, a mayor gloria del manojo de irresponsables, algunos de ellos europeos, que rige hoy nuestro mundo.
Ciertos bienintencionados, flanqueados por numerosos hipócritas, se proponen “naturalizar” con recetas occidentales el nuevo régimen sirio (Francia ha quedado en offside en su antigua zona de influencia libanesa), pero tal paternalislo diplomático occidental, casi nunca conduce a nada. En la boca de los kalashnikov islamistas y en los objetivos de los drones israelíes, así curiosamente emparejados, es donde reside hoy y residirá mañana la salida –o entrada– al laberinto donde se juega hoy la partida entre la vida o la muerte de millones de seres humanos.