Las enfermedades cardiovasculares se mantienen como la principal causa de muerte prematura en España y en los países industrializados, responsables del 30% de los fallecimientos mundiales. Frente a esta alarmante cifra, los expertos insisten en la importancia de la dieta mediterránea como escudo natural para el corazón, y dentro de ella, un alimento destaca por encima del resto: las nueces.
Este fruto seco, protagonista de múltiples estudios científicos, ha demostrado ser especialmente eficaz en la reducción del colesterol LDL —el llamado “colesterol malo”— y en la mejora del perfil lipídico general. Ricas en ácidos grasos monoinsaturados, las nueces aportan energía, grasas saludables y un equilibrio nutricional que beneficia directamente la salud cardiovascular.
Su acción va mucho más allá del colesterol. Comer nueces crudas contribuye a aumentar el colesterol HDL (“bueno”), a reducir la presión arterial, evitar la formación de placas en las arterias y disminuir el riesgo de trombos. En conjunto, todos estos efectos ayudan a prevenir enfermedades del corazón y ralentizar el envejecimiento prematuro.
Además, gracias a su alto contenido en ácidos grasos omega-3, las nueces también protegen frente al deterioro cognitivo y la inflamación. Un estudio de la Universidad de Pensilvania demostró que sustituir los tentempiés poco saludables por 50 gramos de nueces pecanas mejora hasta un 17% la calidad de la dieta y los niveles de colesterol en adultos con riesgo de síndrome metabólico.
La cantidad adecuada marca la diferencia: con tan solo seis nueces al día —unos 50 gramos— se pueden obtener la mayoría de sus beneficios. Su combinación de grasas saludables, fibra y polifenoles convierte a las nueces en un aliado esencial del corazón y en un complemento ideal para cualquier plato, tanto dulce como salado.