‘SaludMadrid’ denuncia que Prisiones ha impedido al preso diabético, prófugo, ir a sus citas hospitalarias en “numerosas ocasiones” (14 veces)

29 de noviembre de 2024
5 minutos de lectura
Juan Antonio Flores es atendido de una úlcera por los servicios médicos. Esta asistencia es diferente de las heridas que se produjo ayer. A la derecha, el último informe de SaludMadrid sobre Flores. / FI

Juan Antonio Flores abandonó ayer su refugio para que le diese el aire durante un rato en la calle, pero se mareó, iba solo, cayó de bruces al suelo, tiene numerosas heridas, y despertó en una ambulancia del SAMUR. Avisaron los viandantes. Antes de llegar al hospital, se escabulló y volvió a su escondite. Le busca la policía.

Juan Antonio Rodríguez Flores, el preso diabético de 43 años al que varias de las prisiones del ministro Fernando Grande Marlaska, las de Soto del Real, Alcalá Meco y Navalcarnero, le han destrozado la vida, no ha acudido a sus citas hospitalarias “numerosas veces”. Así lo certifica en un informe la sociedad pública SaludMadrid, de Sanidad de la Comunidad de Madrid (ver fotografía, párrafo rodeado en color rojo). 

Es decir, Flores, quien se haya prófugo de la cárcel de Navalcarnero desde hace un mes y medio, porque está seriamente enfermo de diabetes y en la prisión no le garantizaban los obligados cuidados que requiere su patología, no ha acudido en 14 ocasiones, entre mayo y septiembre de este año, a las citas con sus médicos del hospital de Alcalá de Henares.

Graves patologías desatendidas

Porque ni la cárcel de Alcalá Meco, donde estuvo hasta el pasado 28 de agosto, ni la de Navalcarnero, después, a la que decidió no reincorporarse tras un permiso, le llevaban a las consultas que tenía en el citado hospital.

Tenía citas, por patologías graves, y ambas cárceles obviaron llevarle con sus médicos. Y los médicos de ambas cárceles no le han atendido nunca. La peor de todas, la de Alcalá Meco, donde manda uno de los directores más “arrogantes y arbitrarios” de entre los de Madrid, según denuncian internos que conocen esta prisión.

A los presos también les ampara el derecho constitucional, y fundamental, a la salud. 

La cuestión es que Juan Antonio Flores está seriamente enfermo, tiene la más dañina, con creces, de las diabetes, un fémur de titanio, un glaucoma, y se ha quedado medio sordo…

Todas esas dolencias las adquirió en la cárcel de Soto, a la que llegó totalmente sano. Los médicos del penal de Soto solo le mandaban analgésicos para un hematoma que acabó en una septicemia tumorada con metástasis. Por eso tiene el fémur de titanio, entre otras afecciones.

Aunque ahora está prófugo, ha cumplido ya seis de los ocho años que le impusieron por varios delitos económicos relacionados con coches. 

Todas las citadas patologías que le flagelan son fruto de la desidia médica de la cárcel de Soto. Estuvo a punto de morir. 

La Dirección General de Prisiones que dirige a instancias de Marlaska el ex juez de vigilancia Ángel Luis Ortiz, lejos de preocuparse de que Flores vaya sin falta a las citas con sus médicos, no lo lleva a éstas. Y eso que se trata de citas hospitalarias con media docena de médicos que, conscientes del grave problema de salud que padece Flores, lo citan periódicamente para revisar sus patología.

Pero Prisiones no lo lleva.

Flores se halla escondido ahora. Está prófugo, porque estaba enfermo y no quería que le sucediera lo de Soto, que a punto estuvo de costarle la vida. Y decidió hace algo más de un mes no volver de un permiso a la cárcel de Navalcarnero, en la que estaba últimamente, porque no le daban antibióticos para que se le cerrase una herida en un pie atizada por el azúcar en sangre que tenia abierta desde hace meses.

Hace unos días, Flores fue a un consultorio médico público. Contó quién era y pidió ayuda médica. Los facultativos se alarmaron al comprobar en su ficha médica que le constaban 14 inasistencias a consultas médicas hospitalarias.

Alarma entre los médicos

En el informe médico que le hicieron, los médicos indican que el interno les ha dicho que no le llevaban desde la cárcel a esas consultas, ni tampoco le atendían dentro y menos aún se respetaba la estricta dieta impuesta por los médicos. 

Flores, que 2017 entró a la cárcel de Soto perfecto de salud y como deportista, vive en la actualidad, y es crónico, pegado a un dispositivo que lleva en el brazo derecho. El aparato le mide la glucemia a cada instante. Y en cuanto detecta variaciones sustanciales, pita. 

Fuentes Informadas ha estado recientemente durante varias horas con Flores, en el lugar secreto en que se esconde de la policía, que le busca para llevarle de nuevo a Navalcarnero. 

La diabetes de Flores es un calvario. Cada pocos minutos salía un pitido, y entonces Flores miraba otro  dispositivo receptor y leía allí la tasa de azúcar. Delante de este digital, Flores tuvo que inyectarse insulina, y apenas 20 minutos después se veía forzado a comer algo azucarado porque, de pronto, le bajaba el azúcar. Es decir, le sube y le baja sin freno. No es fácil estabilizarla. Un sufrimiento constante. 

Mareo y caída de bruces en la calle

Precisamente, ayer, tras muchos días sin abandonar su refugio, Flores decidió salir a dar un paseo y que le diera el aire. 

Cuando iba por la calle, se mareó y cayó al suelo de bruces. Viandantes llamaron a una ambulancia del SAMUR. Flores se despertó en la ambulancia, con goteros puestos. No sabía que había pasado. Recordó que le busca la policía y en un descuido huyó.

Y volvió a su refugio. Pero llegó malherido, con heridas en el rostro y en la pierna. Su esposa le está curando. Tiene cuatro hijos. 

Flores quiere volver a la cárcel cuando esté curado. Se fue por la úlcera que tiene en el pie, que ya está mejor gracias a los cuidados que le provoca Madrid Salud, la que denuncia en el informe (ver fotografía) que Prisiones ha dejado de llevar a Flores con sus médicos “numerosas veces”. Ahora le están haciendo pruebas. 

Si le coge la policía antes de que esté mínimamente estable, le llevaran a la cárcel y todo, sospecha, volverá a empezar. 

A juicio de este periódico, que ha estado recientemente con Flores, este interno, al que solo le quedan dos años por cumplir, debería poder obtener el tercer grado de inmediato y que sea la Sanidad Pública, y en su propia casa, donde termine de cumplir la condena, o ponerle una pulsera, y dejarlo vivir con su esposa e hijos. 

Su situación médica no es para estar en la cárcel, que, por otra parte, es la que le ha destrozado su salud. Pues, como remate a las fechorías que sufrió en la de Soto, solo entre mayo y septiembre de este año, han dejado de llevarle a 14 citas médicas.

Y más cuando Marlaska, para conseguir los votos de los secesionistas vascos, ha llevado a los presos etarras a las cárceles de esa comunidad, con muchos asesinatos a sus espaldas, para que les liberen allí, lo que pueden hacer dado que, antes, el Gobierno les había transferido las competencias penitenciarias, que solo tenía Cataluña, donde los condenados por el procés ya están todos en la calle.

A Flores le quiebran la salud en prisión, no le dan el tercer grado y ni lo llevan a sus citas con los médicos. Quiere volver voluntariamente a prisión, pero demandas garantías de recibir un trato acorde con las mismas dolencias que, por otra parte, le han generado por omisión médica en estas mismas prisiones.

3 Comments

  1. Muchos ánimos, señor Flores. Según la lectura, todas sus patología se las hicieron en la cárcel y encima la cárcel no le lleva a los hospitales. Esto es una infamia más del ministro Marlaska. Le deseo lo mejor…

  2. La cárcel le destroza la vida y ahora quieren cargarselo de verdad. Si el ministro no hace nada, a quién hay que acudir al perro Sánchez que tiene mierda hasta en la boca. Justicia para este padre de familia. Vaya usted a los jueces, aunque estos tampoco te puedes fiar.

  3. A ese hombre le han jodido l vida
    Y luego que si sé suicidan?
    No es una para menos no creen?
    Que algunos gozan de privilegios y el chaval siga y siga luchando. Es humano!!!

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