Ahora más que nunca, el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país
La peor enfermedad que puede sufrir o padecer una persona es el aburrimiento, eso es la base principal para su propia destrucción, aniquilamiento moral, espiritual, el desamor, la apatía, él no me importa nada, desmotivación, el hoy no hice nada y mañana no tengo nada que hacer; eso si es el verdadero purgatorio sentirse o buscar, desear una vida así, puede considerarse nociva, desagradable para los demás; pienso que como uno está acostumbrado a trabajar debe hacerlo hasta el último suspiro o aliento, tomar el trabajo como una bendición de Dios y no tomarlo como un castigo como lo dijo “El Negrito del Batey”; hablando lo que es y significa el trabajo según la historia el que no trabajaba debía de pagar un impuesto al cabildo de un peso y medio mensual o sea para la época seis bolívares, además tenía que presentar un justificativo con dos testigos por el motivo para no hacerlo, aparte de no trabajar propiciaba la alcahuetería, muchas madres de buena posición pagaban hasta tres años adelantados para que sus consentidos hijos haraganes no los amonestaran y no fuesen presos; muchos padres y madres humildes dejaban hasta de comer para que sus hijos estuviesen exentos de estas penalidades.
Aunque dicen que el que trabaja mucho no tiene tiempo de hacer dinero, creo que yo caí ahí; sin embargo, hay algunos cuentos de los caroreños que dicen “que ellos duermen mucho”, “un día una señora y que le dice a su esposo párate de esa hamaca que hay que trabajar y él le contesta dime si yo me voy a trabajar quien va a pensar para buscar la plata” y digo yo: los caroreños también tienen la razón, otro amigo caroreño muy adinerado, poco trabajador, pero muy inteligente, con las pilas puestas, me cuenta que hacía buenos negocios, correctos y limpios desde su chinchorro, todos los días pasaba un predicador bien trajeado, de corbata y miraba a Don Fulano, hasta que un día se acercó a la reja y le dijo “Don es que usted no sabe que la pereza es pecado mortal, sí, contesto él y la envidia también; fue la respuesta inmediata, esta anécdota o cuento del trabajo es mejor dejárselos a los historiadores que si son experimentados en la materia, en mi caso hago una sana invitación “todos a trabajar, es la única forma de que el país progrese, sobre todo la agricultura y la ganadería que producen alimentos y puestos de trabajo para todos; que el Espíritu Santo diga amén y nos enseñe el camino para ser útiles a la nación.
Ahora más que nunca, el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
Por su interés reproducimos este artículo de José Gerardo Mendoza Durán, publicado en el diario El Impulso.