¿Qué ocurrió después de mi asesinato? ¿Fui una más de sus víctimas? Por desgracia no la última, parece ser. Aún siento el sabor de mi sangre en la boca y el dolor de los míos entorno a mi cadáver. ¿Por qué mi memoria ha despertado? El dolor de todas las familias de los asesinados de entonces, unido a perdones y olvidos ha contribuido para despertarnos en nuestro eterno descanso.
Muchos no saben quién apretó el gatillo, nuestras familias, han continuado siendo las víctimas vivas, al no conocer la identidad de quien les dejó sin padre, madre, esposo, o esposa y todos los familiares muy necesarios y queridos, que simplemente, no pertenecían al terrible pensamiento de matar, por no ser lacayos del <diablo exterminador>.
La justicia fue firme y castigó a muchos, pero otros muchos huyeron a otros países. Algunos se libraron y viven entre nosotros, con las manos manchadas.
La justicia no les llegó.
Los que pagaron sus crímenes, viven con normalidad y son capaces de dar conferencias dando legalidad a sus actuales vidas. Mientras sus conciencias continúan durmiendo.
Soy una víctima de asesino anónimo.
Mi familia sufre mi falta y su pena es no saber quién les privó de mi presencia, aquella mañana en esa gasolinera donde conocí el sabor de mi propia sangre y fui capaz de perdonar a quien me mató, pero mis seres queridos no son capaces de olvidarme y dejar de rememorar aquél terrible y doloroso día, con sus silenciosos escritos, y continúan queriendo saber.
¿Quién y por qué?
Mi cuerpo ya no existe y bien sabe Dios que no pido venganza. Los míos solo piden saber quién fue. Nunca lo sabrán, ya a nadie fuera de esas familias les interesa, es más ya son EX de las matanzas que mancharon páginas de periódicos con terribles imágenes que se quedaron en nuestras retinas, esas capas de tejido nervioso que reciben las imágenes y las envían hasta el cerebro.
Se quedaron instaladas en muchos para siempre. Se puede perdonar, pero no se puede olvidar el dolor el miedo y la inseguridad que se vivió durante años. No olvidaremos, es la mejor manera para que no regrese jamás la barbarie que nos azotó.
