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¿Qué hacemos con la guerra de Ucrania?

Pacientes perjudicados

El escritor y periodista, Pedro Jiménez Hervás.

La guerra Ucrania-Rusia parece que va a ser larga. ¿Qué hacemos? Nada. Los países ya no tienen nada que hacer. Nada que decir. Cuando llegue el momento, enviarán a sus hijos para que se maten en nuevas trincheras. Solo así el negocio de la guerra podrá seguir disfrutando de buena salud.

Acabamos de saber que la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha viajado a la ciudad ucraniana de Odesa para anunciar la entrega del “mayor paquete de material de defensa hasta la fecha”. Armamento pesado, munición anti-tanque y de largo alcance. “Es el compromiso de España y la OTAN con Ucrania y el pueblo ucraniano”.  ¿Qué pretende Occidente con este y otros tantos envíos? Que Ucrania continúe luchando. Que cuando se siente a negociar con Rusia pueda garantizar a su gran amigo norteamericano y a sus socios europeos un buen trozo de pastel.

Mientras, las estadísticas continúan abochornando. 100.000 soldados rusos muertos. 100.000 soldados ucranianos muertos. 40.000 civiles muertos. Entre 15 y 30 millones de desplazados. Misiles que caen por error, o no, y pueden desembocar en otra Guerra Mundial…

Como es lógico, EEUU está tan contento. Tiene a los países europeos comiendo de su mano y sus ventas de hidrocarburos a la zona euro (sobre todo gas licuado) han crecido un 52%. Poco le importan los sacrificios y penurias de los países más vulnerables, los que   siempre pagan el pato. Inflación, restricciones energéticas, escasez de alimentos en África…nada, nada. El futuro es mío, pensará Biden, si es que todavía piensa.

 ¿Por qué no se unen los países y se negocia el fin de la guerra? ¿Por qué no se ejerce una presión económica, social y cultural absoluta a las dos naciones en liza para que dialoguen y lleguen a un acuerdo? Porque aquí manda quien manda. Porque la palabra paz ya no significa nada. Y porque la opinión pública está en otra cosa. ¿Qué ha cambiado desde aquellos tiempos del “No a la guerra”? ¿Somos más sabios? ¿Hemos aprendido algo? ¿Disponemos de una información trascendente que nos ha abierto los ojos?

Ahora sabemos que el precio de una vida humana depende de su origen, de los intereses que se establezcan en torno a ella. Aunque los muertos últimamente estén de saldo, sabemos que no es igual un muerto blanco cruzando una frontera europea, que un muerto negro saltando una valla metálica en Melilla. Tampoco es igual un muerto en Misuri por el disparo de un joven adolescente con armas, que un muerto construyendo un campo de fútbol para el mundial de Qatar. Pero lo que está realmente barato es la carne de soldado ruso y ucraniano. Ya pueden morir a cientos, a miles, que nadie moverá un dedo por estos combatientes que son como todos los soldados de la Historia. Meros peones. Los siguientes héroes masacrados que solo servirán para ser enterrados en cualquier fosa común.

Omar Scholz, canciller federal de Alemania, Emmanuel Macron, presidente de Francia, Rishi Sunak, primer ministro del Reino Unido, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, Sergio Mattarella, presidente de la República italiana…ninguno ha levantado la voz y ha dicho ¡basta! Todo lo contrario. La OTAN es la que ha hablado. Y su lenguaje es el de un organismo expansionista, bastante involucrado con Ucrania mediante la entrega de armas, la ayuda económica y el entrenamiento a soldados de Zelensky. Flaco favor hace la OTAN a la causa de la paz. Tal vez si respetara los pactos prometidos con Rusia, nos hubiéramos evitado una guerra que sabemos cómo ha empezado. Aunque no queremos ni imaginarnos cómo puede terminar. No está de más recordar que Estados Unidos garantizó a la antigua URSS de Gorbachov, allá por 1990, que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada” hacia el este si Alemania (ya unificada) permanecía en la Alianza Atlántica. Desde luego, qué poca palabra tienen algunos.

¿Va a permitir Rusia que Ucrania pertenezca a la OTAN? ¿Qué en Ucrania se construyan bases militares y se instalen armas nucleares? Preguntemos a Estados Unidos qué hizo en 1962 cuando Cuba empezó a colocar componentes balísticos de misiles nucleares. A 90 millas de las costas norteamericanas. El terror se apoderó de medio mundo. El mismo terror que ahora sentimos los idiotas que todavía creemos que la paz es algo más que una utopía. Por cierto, los pragmáticos que sigan calladitos. Al menos no incordian.

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