¿Qué es el fenómeno de la ‘pareidolia’?

18 de noviembre de 2025
3 minutos de lectura
'Rostro' en el tronco de un árbol

Ver un rostro en una sombra puede generar miedo, sorpresa o incomodidad, sobre todo en contextos oscuros o desconocidos

Ver un ‘rostro‘ en un enchufe o una figura en una nube puede parecer un simple juego de imaginación. Sin embargo, para la ciencia es una pista clave sobre el funcionamiento de la percepción humana. A esto se le llama ‘pareidolia‘, que ilustra cómo el cerebro combina información visual con experiencias previas para interpretar el mundo. Su estudio ha permitido a psicólogos y neurocientíficos comprender mejor cómo detectamos lo familiar incluso cuando la información es mínima.

Es un fenómeno psicológico en el que el cerebro interpreta formas ambiguas, manchas, sombras o sonidos; como algo familiar. Lo más común es identificar rostros, incluso cuando no existen realmente, según la Clínica Universidad de Navarra. Esta tendencia es normal y muestra cómo nuestra mente busca significado de manera constante, incluso cuando los estímulos son escasos o confusos, según recoge El Excelsior.

Desde la medicina y la psicología, la pareidolia no se considera un trastorno ni se asocia a enfermedades mentales. Por el contrario, forma parte de una capacidad natural para detectar patrones. Esta habilidad tuvo un papel evolutivo esencial, el de reconocer de forma rápida una cara, una amenaza o un gesto aumentaba la probabilidad de supervivencia.

¿Cómo funciona en nuestro cerebro?

Una de las regiones cerebrales clave en este proceso es el giro fusiforme, situado en el lóbulo temporal. Este sector está especializado en el reconocimiento facial y se activa cada vez que observamos un rostro real. Gracias a él podemos identificar a personas conocidas en fracciones de segundo y distinguir sus expresiones emocionales con precisión, según explica un artículo de la Organización PsicoBlog.

Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences demuestra que esta región puede activarse incluso cuando solo percibe formas que recuerdan vagamente una cara. En la pareidolia, el giro fusiforme intenta hallar un patrón reconocible aunque el estímulo no lo contenga. Si la información visual es ambigua, por ejemplo, una sombra con dos puntos brillantes; el sistema de reconocimiento facial se activa de forma automática.

Cuando no logra identificar un rostro real, puede generar la ilusión de que estamos viendo uno, aun sabiendo que no existe. El proceso suele seguir una secuencia sencilla. Vemos una forma ambigua. El cerebro trata de interpretarla. Si encuentra los elementos mínimos, concluye: “Eso parece una cara”. Una mezcla entre lo que observamos y lo que el cerebro cree ver.

Este fenómeno aparece en numerosos ejemplos cotidianos, con rostros en nubes, árboles, montañas o rocas. Identificamos figuras en manchas de humedad, vetas de madera o paredes deterioradas. Percibimos expresiones en objetos como enchufes, automóviles o electrodomésticos.

También escuchamos voces o palabras en ruidos aleatorios, un fenómeno conocido como ‘pareidolia auditiva‘. En todos estos casos, el patrón no existe físicamente. Es una interpretación del cerebro que intenta dar coherencia a lo incierto. Esta tendencia ha alimentado fenómenos virales en redes sociales, fotografías curiosas y también interpretaciones culturales o religiosas a lo largo de la historia.

Percepción

Asimismo, influye de manera notable en nuestra percepción. Ver un rostro en una sombra puede generar miedo, sorpresa o incomodidad, sobre todo en contextos oscuros o desconocidos. Por el contrario, identificar algo familiar en un entorno incierto puede producir alivio o simpatía. Además, este fenómeno interactúa con otros procesos mentales, como los sesgos cognitivos.

Aunque, la pareidolia auditiva nos hace escuchar voces, palabras o melodías en ruidos sin significado. Aunque no representa un peligro, puede distorsionar la percepción de la realidad o intensificar emociones, haciendo que determinadas experiencias resulten más desconcertantes.

Este mecanismo demuestra que la percepción no depende únicamente de lo que ven los ojos, sino también de lo que interpreta el cerebro. No es un error ni un síntoma preocupante. Es un proceso evolutivo profundo que permite identificar patrones con rapidez.

Sin embargo, la investigación reciente en neurociencia y psicología confirma que el cerebro está preparado para reconocer rostros y figuras incluso con información mínima. Esta capacidad influye en nuestra vida diaria de manera sutil pero constante. Comprender la pareidolia nos ayuda a entender mejor cómo funciona la percepción humana y por qué, en ocasiones, vemos más de lo que realmente hay.

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