Hoy: 22 de noviembre de 2024
Después de la fase inicial de un desastre natural (primeros cuatro días) como el ocurrido en Valencia por la DANA, surgen riesgos sanitarios ligados a la higiene, escasez de agua potable y saneamiento deficiente. Las consecuencias más graves pueden manifestarse en la fase de recuperación, unas cuatro semanas después, cuando se evidencian infecciones con periodos de incubación prolongados y enfermedades latentes, según la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).
Las enfermedades infecciosas endémicas o importadas pueden propagarse tras estos eventos, incrementando el riesgo de epidemias. Los urgenciólogos advierten especialmente sobre las enfermedades diarreicas, cuyo principal origen es la contaminación fecal del agua. La falta de saneamiento adecuado y de recursos básicos como jabón también agravan el riesgo de transmisión.
Contrario a creencias comunes, los cadáveres de las víctimas de desastres no representan una fuente de epidemia y no generan enfermedades que no sean endémicas de la región afectada, apuntan desde SEMES. Las enfermedades infecciosas que pueden aparecer son un efecto secundario de la falta de higiene y del deterioro en los servicios básicos.
Para evitar estos brotes, se recomienda implementar rápidamente medidas de control y fortalecer la vigilancia epidemiológica en zonas de desastre. Esto incluye monitoreo en campamentos y centros de salud, especialmente en lugares con infraestructura de salud limitada o con datos previos insuficientes.
En Valencia y zonas con características similares en España, la leptospirosis es una amenaza endémica en situaciones de inundación, ya que se transmite por contacto con agua o suelo contaminados con orina de animales infectados, principalmente roedores. Las inundaciones favorecen la proliferación de estos animales y la expansión de la enfermedad, explica SEMES.
La leptospirosis puede presentarse de forma leve, con síntomas como fiebre y dolores musculares, pero en casos graves puede provocar insuficiencia orgánica. Aunque existe tratamiento antibiótico efectivo, la prevención es clave en zonas inundadas y con alta presencia de roedores.
Otro riesgo es el tétanos, especialmente entre personas con heridas contaminadas. Se recomienda la vacunación, especialmente a aquellos que participan en tareas de reconstrucción tras el desastre, pues el tétanos es frecuente en personas con lesiones por aplastamiento y cortes que no están vacunadas.
Para prevenir enfermedades, es esencial garantizar el acceso a agua potable (mínimo 20 litros diarios por persona), recipientes adecuados para almacenamiento, jabón y educación en higiene. También se aconseja el uso de cloro para desinfección del agua y asegurar la provisión de alimentos nutritivos en poblaciones vulnerables, especialmente en niños con bajo peso o desnutrición.