Quizá don Antonio Machado no supiera que la serotonina es la hormona que regula el estado de ánimo y que se libera, dislocada, cuando se viaja. Pero a su modo de ser feliz escribe:
Yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos… para marcharse.
Siempre es agradable el desplazamiento voluntario a los sitios elegidos para vivir unos días, acaso una semana, un mes como mucho… otra cosa es sentirse exiliado de su entorno sin saber que pueden ser los últimos viajes de regreso incierto a los que se le ha obligado a vivir a un rey que, oficialmente, no tiene cuentas pendientes con la justicia… que si las tiene con Dios, ya se las arreglará él para pedir perdón como corresponde a un cristiano… quien esté limpio de pecado…
Alguna vez me he imaginado a don Juan Carlos mirando las fotografías sobre sus mesas y recordando en ellas que cualquier tiempo pasado fue mejor. Se levantará, tan lejos de España, sujetando el dolor de las caderas y sufriendo el otro dolor de las ausencias; con el mar enfrente y la muerte cerca, avisadora, sin que ningún juicio haya perdido.