Vemos en anuncios, farmacias y en manos de influencers que las promocionan como la solución para todo. Prometen más energía, mejor inmunidad, cabello más brillante e incluso una supuesta desintoxicación, pero detrás de esos frascos de vitaminas hay un riesgo real. Sin asesoría adecuada, es fácil excederse y convertir algo beneficioso en un problema, especialmente si se piensa que los suplementos pueden sustituir a los alimentos.
Es clara la evidencia científica, ya que la mejor fuente de nutrientes son los alimentos, no los suplementos. Frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y frutos secos ofrecen un ‘paquete completo‘ de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes que actúan en conjunto, algo que ninguna cápsula puede replicar. Organismos como la OMS y los CDC recomiendan priorizar nutrientes provenientes de alimentos frescos por sus beneficios metabólicos, ausentes en productos procesados en laboratorio.
Comer una mandarina o una naranja no solo aporta vitamina C. También fibra, flavonoides, agua, potasio y antioxidantes que mejoran la absorción y multiplican el efecto protector. Es el llamado efecto matriz alimentaria: los nutrientes actúan en sinergia. Harvard subraya que esta interacción ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, metabólicas y ciertos tipos de cáncer. Una pastilla de vitamina C, en cambio, llega sin fibra ni fitoquímicos y, en exceso, puede irritar el estómago o favorecer cálculos renales, según recoge el Diario Las Américas.
Aunque la publicidad los presenta como inofensivos, el exceso puede ser peligroso. Los NIH advierten que la suplementación sin control médico puede causar toxicidad y daños orgánicos. Ejemplos comprobados pueden ser el exceso de hierro con intoxicación y daño hepático; dosis altas de vitamina A con toxicidad y pérdida ósea; abuso de antioxidantes con mayor riesgo de ciertos cánceres en fumadores, según el NCI; vitamina D en exceso con alteración del calcio y daño renal. Por ello, los suplementos no son caramelos, son concentrados químicos que requieren supervisión.
Hay situaciones médicas en las que son útiles y necesarios, como las mujeres embarazadas, que aportan ácido fólico; las personas veganas con la vitamina B12, indispensable para la salud neurológica. También los adultos mayores para aportar vitamina D y calcio para prevenir la osteoporosis; y las personas con anemia. Incluso en estos casos, los suplementos complementan, no sustituyen. La dieta se evalúa primero.
Sin embargo, la industria de suplementos no está tan controlada como parece. La FDA recuerda que no requieren aprobación previa para salir al mercado, lo que permite dosis imprecisas, ingredientes no declarados o promesas sin evidencia. Además, Harvard señala que una dieta saludable, como la mediterránea; reduce riesgos cardiovasculares sin necesidad de suplementos. La American Heart Association recalca que estos productos no reemplazan los beneficios de frutas, verduras y fibra.
Aunque la mejor forma de obtener vitaminas sin riesgos es variar la dieta, incluyendo frutas y verduras de distintos colores, legumbres, frutos secos y semillas, proteínas de calidad y cereales integrales. Y las Guías Dietéticas para Estadounidenses recomiendan priorizar alimentos completos y limitar ultraprocesados. Ningún suplemento aporta fibra, minerales, antioxidantes, energía y saciedad al mismo tiempo.
La evidencia apunta en la misma dirección, ya que el estudio VITAL, publicado en New England Journal of Medicine, mostró que vitamina D y omega-3 no sustituyen los beneficios del estilo de vida saludable. También, la American Heart Association no recomienda suplementos para prevenir enfermedades cardiovasculares en personas sanas. Y la OMS confirma que una dieta rica en alimentos frescos reduce el riesgo de cáncer, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas.
Ante esta situación, los suplementos tienen utilidad real en situaciones clínicas y bajo indicación profesional. Para la mayoría, una alimentación equilibrada basta. Comer sano reduce inflamación, mejora la microbiota, controla el peso y refuerza el sistema inmunológico. Pero la mejor fórmula es más comida real, menos ultraprocesados y orientación profesional antes de automedicarse. Los suplementos completan, pero no sustituyen, ya que la salud no viene en un frasco, se construye en la mesa, todos los días.