El Concilio Vaticano II, cualquier análisis teológico o simplemente el sentido común afirman que allí donde sufran las personas, deban ser defendidas o valoradas en su dignidad, la Iglesia de Jesucristo tiene algo que decir, siendo solidariamente fraterna.
Independientemente de los análisis ideológicos que se hayan podido hacer, la Iglesia ha defendido a los más vulnerables, perseguidos o indefensos. Todavía están recientes los últimos trabajos de investigación sobre los miles de judíos a los que el Vaticano pudo salvar en la Italia ocupada por los nazi. Y los mártires, fusilados sólo por ser creyentes en nuestra guerra civil española… Estas verdades no impiden el reconocimiento también de sus errores históricos.
Son evidentes los peligros, solapados o evidentes, de este Gobierno en su intento de invadir la democracia con leyes o intromisiones que cercenan la libertad y aumentan groseramente el endeudamiento del País a causa de sus despilfarros incontrolados…El clamor es unánime. O casi.
El Presidente de los obispos tiene derecho a opinar. ¡Faltaría más!