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Por qué la obra ‘La joven de la perla’ despierta emociones profundas en los espectadores

La obra 'La joven de la perla' de Jan Vermeer. | Flickr

La parte del cerebro más estimulada al contemplar la pieza es la precuña, una región relacionada con la conciencia

La fascinación por la famosa obra La joven de la perla de Jan Vermeer es objeto de un nuevo estudio neurocientífico que busca desvelar por qué esta pintura en particular despierta emociones tan profundas en los espectadores, según informa el Diario de Yucatán.

Martin de Munnik, cofundador de Neurensics, agencia especializada en neurociencia del consumidor, afirmó: “Claramente algo sucede en nuestros cerebros con esta obra que hace que personas de todo el mundo, desde Japón hasta Estados Unidos, viajen para experimentarla”.

El cuadro, expuesto en el museo Mauritshuis de La Haya, ha sido analizado por De Munnik y su equipo, quienes querían descubrir qué hace que esta obra sea tan especial en comparación con otras.

Según la agencia EFE, el estudio confirmó que observar cualquier pintura en su forma real genera una necesidad mayor de apreciación que observar su reproducción, lo que evidencia el impacto emocional que tiene el arte en el cerebro.

Sin embargo, lo que diferencia a La joven de la perla de otras obras es un fenómeno neurológico específico: el bucle de atención sostenida. Este efecto hace que los espectadores se queden mirando el cuadro durante más tiempo que otras pinturas analizadas.

El proceso visual que ocurre con esta obra comienza con el espectador fijándose en los ojos y la boca de la joven, para luego llevar la atención hacia la perla y regresar nuevamente al rostro, generando un ciclo constante de observación.

La precuña

Este estudio reveló que la parte del cerebro más estimulada al contemplar la obra es la precuña, una región relacionada con la conciencia, la reflexión y la evocación de recuerdos personales. “Sabíamos que la joven era especial, pero el bucle de atención sostenida nos sorprendió. Es lo que explica por qué tantas personas sienten que la pintura les exige atención”, destacó De Munnik.

Erik Scherder, profesor de neuropsicología de la Universidad Libre de Ámsterdam, también participó en el análisis, subrayando que “observar arte estimula el cerebro en múltiples niveles”, lo que provoca emociones, fomenta la imaginación y activa la reflexión. El estudio demuestra que esta experiencia es enriquecedora y activa el cerebro de manera óptima.

Vera Carasso, directora de la Asociación de Museos, mencionó que aunque las reproducciones de obras de arte son cada vez más comunes en objetos cotidianos, como tazas o carpetas, las piezas auténticas están ganando aún más relevancia. “Lo auténtico se vuelve cada vez más importante”, aseguró.

El estudio se llevó a cabo en dos fases, con la participación de voluntarios que fueron equipados con rastreadores oculares y cascos de electroencefalograma para medir su actividad cerebral mientras observaban pinturas y reproducciones. Posteriormente, un grupo de personas fue sometido a escáneres cerebrales de resonancia magnética mientras observaban reproducciones de cinco pinturas del museo.

Martine Gosselink, directora general del Mauritshuis, concluyó que la investigación confirma el gran valor emocional que aporta la visita a un museo, algo que no puede ser sustituido por la contemplación de reproducciones. “Este estudio muestra definitivamente que una visita al Mauritshuis tiene un gran valor añadido”, afirma Gosselink.

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