Pamela Anderson regresa a la gran pantalla con The Last Showgirl, una película que, más allá del guion, representa un nuevo capítulo en su vida. Dirigida por Gia Coppola, nieta del mítico Francis Ford Coppola, el filme se estrena este 20 de junio y ha sido definido por la propia actriz como “liberador”. En el pasado Festival de Cine de San Sebastián, Anderson confesó que este papel ha sido una especie de última oportunidad para demostrar su verdadero talento, lejos de los estereotipos que marcaron su carrera.
“Creo que es fácil que te encasillen, pero tú también eres parte de ese problema”, confesó la actriz, en una conversación íntima con medios españoles. “Pasaron muchas cosas en mi vida que me alejaron de la dirección que quería”.
Durante décadas, Anderson fue el rostro hipersexualizado de Baywatch y de Playboy, íconos que definieron su fama y también limitaron sus posibilidades. Ahora, a sus 56 años, no solo se aleja del maquillaje, sino también de los personajes planos. En The Last Showgirl, interpreta a Shelley, una bailarina de Las Vegas que ve su espectáculo clausurado tras 30 años de carrera y debe enfrentarse al vértigo de un futuro incierto, la edad y una relación distante con su hija.
“Me he quitado capas, literalmente. No solo me deshice del maquillaje, sino que busqué descubrir quién soy realmente. Las Vegas sin maquillaje, de día, es más interesante… y yo también lo soy así”, expresó con una sonrisa.
El personaje de Shelley refleja muchas de las contradicciones que han marcado la vida de Anderson. “Quise encapsular toda mi vida en ella, aunque eso es casi imposible. Siempre supe que era capaz de más, pero sentía que no tenía nada que perder, así que me entregué por completo.”
También habló de la culpa que sintió al ver cómo su imagen pública impactaba en sus hijos. “Hay vergüenza cuando te das cuenta de que tus hijos crecieron viendo cómo sexualizaban a su madre. Fue duro para ellos. Peleas en la escuela, incomodidad… Shelley vive algo parecido. Ella también quiere redimirse, ser un ejemplo, encontrar su lugar”.
Pamela Anderson no solo interpreta un papel: se interpreta a sí misma en muchas dimensiones. Y lo hace con valentía. Para ella, The Last Showgirl no es solo una película; es una declaración de principios. “No puedes ser definido por lo que otros dicen de ti, sino por lo que haces. Y esta es mi manera de recuperar el control.”
La película promete ser un retrato honesto sobre la madurez, la autocompasión y la resistencia frente a los estigmas. Con una actuación que ya ha despertado elogios y una dirección sensible por parte de Gia Coppola, The Last Showgirl podría ser, en efecto, el nuevo punto de partida para una actriz que, lejos de rendirse, decidió volver a empezar.