Aunque parezca mentira hubo en España un Presidente de Gobierno que tenía las cejas puntiagudas y el corazón destrozado porque le habían matado a su abuelo, capitán republicano, en la guerra civil del 36.
Más temprano que tarde, el farsante Maduro tendrá que salir de Venezuela después de tantos muertos, famélicos, exiliados y una larguísima fila de familias destrozadas y perseguidas. ¿Cómo se puede hacer tanto daño sin huir de sí mismo?