Nuria, la elegida por Dios

30 de octubre de 2025
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La jueza de la dana, Nuria Ruiz Tobarra. | EP

Al conseguir en la Audiencia Provincial de Valencia el apoyo a su instrucción -como ocurre hasta ahora-, la jueza Nuria Ruiz Tobarra avanza con paso firme, seguro y sin prisa hacia el objetivo que la política jamás conseguirá: la verdad. Y no solo la jurídica

Como ha sucedido con otras tragedias, la de la dana del 29 de octubre de 2024 correrá idéntica suerte y permanecerá tan abierta de modo que su recuerdo se mantendrá, por así decir, en la noche de los tiempos. La política española será incapaz de establecer un consenso sobre lo ocurrido y solo cabe pedirle que no contribuya a emponzoñarla más de lo que ya está.
Tampoco la virgen de Nuria, situada en el valle de Nuria, Girona, en los Pirineos, podrá socorrernos, aunque los más creyentes quizá depositen sus esperanzas en נורית (Nurit), del hebreo o arameo, que significa, de la biblia, la elegida por Dios.

Pues eso, quizá debería ser la elegida por Dios la que en esta España enfrentada acérrimamente podría ayudar a restituir una verdad universal, que, si aspira a ser compartida por todos debería, en efecto, exhibir caracteres bíblicos.

Nuria Ruiz Tobarra, 52 años, titular del juzgado de instrucción número 3 de Catarroja, ¿es la tocada por la gracia de Dios para conseguirlo?

Por supuesto, esta magistrada, nos dicen, no cree en esa gracia sino en el trabajo puro y duro, cotidiano, casi sin tregua. Pero su conducta escrupulosa, alejada de cualquier espejo autorreferencial y protagonismo, tan común en el Estado Judicial Español (EJE), es quizá lo mejor que nos ha podido ocurrir.

Hemos dicho aquí que acostumbramos a explicarlo todo por los sesgos ideológicos. Y quizá, buena parte de nuestros dramas tienen otro origen: la falta de profesionalidad. Dicho de otro modo: que nos sobra impostura y nos falta competencia. Competencia no en el sentido de rivalizar sino de estar a la altura. Pues eso, profesionalidad.

La jueza Nuria señaló en una de sus primeras resoluciones, el 5 de diciembre de 2024, cuál sería la hora de ruta de su investigación.

“En definitiva si eran inevitables dichos fallecimientos”, que se cifran ahora mismo en 229.

Tres meses más tarde, el 11 de marzo de 2025, la jueza Nuria ya daba un paso muy meditado hacia adelante, al imputar a la consejera de Justicia e Interior, Salome Pradas,-que había perdido el aforamiento el 22 de noviembre de 2024- y al secretario autonómico de Emergencias, Emilio Argüeso. Al tiempo, enviaba el auto al presidente Carlos Mazón, y le ofrecía acogerse al artículo 118 bis de la ley de Enjuiciamiento Criminal: declarar voluntariamente ante la jueza dada su condición de aforado.

Mazón declinó hacerlo.

La jueza Nuria ya exhibió su cautela y se cuidó de no investigar “indirectamente”, “espúreamente” o “encubiertamente” a Mazón.
Por ejemplo: solicitar a la Policía autonómica que escoltaba a Mazón el 29 de octubre de 2024 detalles sobre lo que había hecho durante esa jornada.
Se lo solicitó una de las acusaciones populares personadas. Con argumentos razonables sobre la necesidad de conocer los movimientos de Mazón durante esa jornada, Podemos elevó un escrito con la petición.
Pero la jueza rechazó la petición. Elemental, mi querido doctor Watson, porque, explicó, carecía de jurisdicción.

Desde luego el cuidado extremo no iba a evitar las campañas contra su instrucción -que como las meigas haberlas haylas, según ha quedado acreditado por la denuncia de Pradas, antigua dirigente del PP con mando en la plaza valenciana, secundada por Argúeso, ante el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ, pidiendo su suspensión, y la denuncia y querella posterior, rechazadas, de, cómo no, Manos Limpias.

Pero, también, se topó la jueza Nuria con la Guardia Civil en Valencia, que pretendió orientar una investigación de la que, como es preceptivo, solo puede apoyar en calidad de policía judicial. Un informe que se apartaba de la petición de la magistrada y que a la sazón fue utilizado, en un patrón de conducta ya típico, para intentar desviar las diligencias hacia un destino diferente de lo establecido por la jueza con el respaldo de la Audiencia Provincial de Valencia.

No coló.
Por tanto, la profesionalidad brilla por su presencia.

Se dirá que, en todo caso, corresponderá, una vez profundizada la instrucción de la jueza Nuria, al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCM) resolver sobre lo que podrá ser una exposición razonada, en el momento procesal oportuno, para escuchar como imputado al presidente Mazón.

Y, en efecto, así será. Pero habiendo conseguido en la Audiencia Provincial el apoyo a su instrucción -como ocurre hasta ahora-, la jueza Nuria Ruiz Tobarra avanza con paso firme, seguro y sin prisa hacia el objetivo que la política jamás conseguirá.

La verdad. Y no solo la jurídica.

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