El abordaje del cáncer de cabeza y cuello está viviendo un momento de cambio. Durante años, el tratamiento estándar, basado en cirugía seguida de radioterapia y, en algunos casos, quimioterapia con cisplatino, ha sido el camino habitual para los pacientes con carcinoma epidermoide localmente avanzado. Sin embargo, la investigación continúa avanzando, y uno de los grandes focos de interés actuales es el papel de la inmunoterapia como apoyo en diferentes fases del tratamiento. Un ensayo clínico reciente ha puesto sobre la mesa nuevas expectativas que, aunque todavía no son definitivas, abren una ventana de esperanza para mejorar los resultados en determinados grupos de pacientes.
El ensayo, de fase III y con asignación aleatoria, evaluó si añadir Pembrolizumab antes y después de la cirugía podía mejorar el pronóstico de pacientes con tumores localmente avanzados. El grupo experimental recibió dos ciclos del fármaco antes de la intervención y otros quince después, mientras que el grupo de control siguió únicamente el protocolo habitual.
Uno de los puntos clave del estudio fue analizar la respuesta en función de la expresión del marcador PD-L1, un indicador que puede ayudar a entender cómo reaccionará el sistema inmunitario frente al tumor. En total participaron más de 700 personas divididas de forma equilibrada entre ambos grupos, y alrededor del 88 % completó la cirugía según lo previsto, un dato que refleja la viabilidad del tratamiento incluso con la inmunoterapia añadida.
Tras un seguimiento de algo más de tres años, los resultados mostraron que la supervivencia libre de eventos, es decir, el tiempo sin recaída, progresión o muerte, fue mayor en quienes recibieron Pembrolizumab. A los 36 meses, el 59,8 % de los pacientes del grupo experimental seguían sin eventos, frente al 45,9 % del grupo de control. Las cifras fueron similares cuando se observó únicamente a quienes presentaban mayor expresión de PD-L1. Aunque prometedores, estos datos aún requieren interpretación cautelosa para determinar su impacto clínico real.
Como ocurre con cualquier avance, también surgieron efectos adversos. Los acontecimientos graves aparecieron en proporciones similares entre ambos grupos, aunque el Pembrolizumab incrementó ligeramente las reacciones relacionadas con el sistema inmunitario. Aun así, los porcentajes se consideran manejables dentro del contexto de la oncología moderna.
En conjunto, estos resultados no cierran el debate, pero sí abren una nueva vía. La inmunoterapia continúa mostrando señales de ser una aliada valiosa, especialmente para aquellos pacientes cuyo tumor responde mejor a este tipo de estrategias. Aunque todavía quedan preguntas por responder, la dirección es clara: cada vez estamos más cerca de tratamientos más personalizados, efectivos y esperanzadores para el cáncer de cabeza y cuello.