Buscaban en Veraluz un sitio lo suficientemente amplio y céntrico para construir una Sala de Conciertos que deleitara a la ciudadanía y la motivara para sentir la complacencia sonora de las más aclamadas partituras. El director de música ya estaba elegido y cuánto iba a ganar y de qué partida presupuestaria se iban a “distraer” sus emolumentos. También las óperas seleccionadas ya fueron convenidas. Faltaba el lugar.
En seguida en Veraluz saltaron las alarmas y un concejal de esos que tienen la costumbre de molestar con sus salidas democráticas preguntó cuándo se había publicado un concurso de aspirantes al cargo y en qué asamblea se había establecido la música. El alcalde contestó que la orden “venía de arriba” y que el adjudicado tenía tantos méritos que sería imposible superarlos por otros aspirantes.
El de arriba o los de arriba quisieron aforar al alcalde, en gratitud, por la concesión, pero el regidor no se dejó más que un poquito, lo suficiente para que no le sacaran de las listas en las próximas elecciones… Y como la música para Veraluz nació ya desafinada, saltó una jueza que sabía solfeo y puso a los de arriba boca abajo.
Pedro Villarejo
Curioso lugar Veraluz donde ocurren sucesos similares a otros lugares. Tal vez en aquellos parajes debieran copiar las soluciones que en Veraluz proponen.
Veraluz es un lugar donde la luz es verdadera, sin jactancias, se vigilan los cauces que desbordan y se busca la armonía y el desenredo de los esperpentos