EZEQUIEL MERAYO RODRÍGUEZ
Hace más de dos mil años, Aníbal pasó por Sagunto, dejando destrucción a su paso, igual que esta tormenta que ahora azota la tierra valenciana. Aníbal, genio militar, condujo a su ejército por los Alpes con miles de hombres y animales. Al llegar a Cannae, se encontró con el cónsul romano Varro, un hombre que, a diferencia de Aníbal, poco sabía de estrategia. Varro lanzó a sus ochenta mil legionarios contra los cuarenta mil de Aníbal, en una carga insensata que terminó en tragedia: sesenta mil romanos muertos y otros diez mil capturados, entre ellos el propio Varro, que logró huir con vida mientras su compañero Emilio cayó en la batalla.
El tiempo pasó y Aníbal también tuvo su derrota en Zama, donde se encontró con Escipión. La historia parece repetirse. Hoy Valencia sufre una catástrofe terrible, y como entonces, hará falta liderazgo, coraje, y gente que sepa actuar con valentía y lucidez para salir adelante. Habrá líderes como Aníbal y Escipión, pero también algunos como Varro, que solo traerán confusión. Porque, a pesar de los siglos, el ser humano sigue siendo el mismo.
Conozco Valencia y admiro a su gente. Sé cuánto esfuerzo ponen en sus campos y huertas, esas tierras que hoy están sumergidas bajo el lodo. Lo que se destruye en horas, tarda siglos en recuperarse, y si alguien entiende el peso de estas palabras, es el pueblo valenciano. Ahora no hay tiempo para buscar culpables o héroes; solo queda trabajar. Y en eso, los valencianos son expertos.
A todos los que hoy sufren en esa tierra tan querida, sepan que no están solos. Saldrán adelante. “Amunt, Valencia”. Y con un poco de humor, diremos que con mucho Aníbal y poco Varro, antes sacaremos este lodo.