Hoy: 28 de noviembre de 2024
Modernización, es un proceso de cambio social integral, que ha sido experimentado primero por los países que hoy llamamos desarrollados, tras cuyas huellas siguen hoy todos los demás. La institucionalidad es una situación estable. Los latinoamericanistas pensaban que la modernización iba llevar a América Latina a procesos democráticos, esa ecuación se dio en Venezuela, pero en los últimos años ha habido un retroceso.
La modernización, en efecto, es pues, un proceso de cambio lleva a ella, es altamente inestable. La modernización se expresa en procesos tales como los siguientes: urbanización (vive más gente en las ciudades que en el campo); industrialización (el sector más fuerte de la actividad económica es el secundario, o sea la industria, hoy en día el sector servicios, es el sector de la expansión del capitalismo del porvenir ); secularización (racionalización de la política y pérdida de sus fundamentos metafísicos y tradicionales); democratización (incorporación de nuevos sectores sociales a la participación política, fortalecimiento de las libertades civiles y públicas, y del estado de derecho) e intensificación de las comunicaciones.
Por otra parte, en lo psicológico cambian los valores, actitudes y expectativas, en el sentido de aceptar y desear el cambio y afrontar la realidad en lugar de resignarse a ella. En su comienzo, la modernización tiene un gran impacto sobre el crecimiento demográfico, que luego aminora su expansión. En el plano social, los grupos primarios, de roles difusos (familia, comunidad local) son complementados por grupos secundarios, de roles específicos (asociaciones deliberadamente organizadas); por otra parte, el tradicional sistema bifurcado de status, con “desigualdades acumulativas” es reemplazado por estructuras de status pluralistas, de “desigualdades dispersas”.
En lo económico, las actividades se diversifican, se eleva el nivel de la especialización ocupacional, aumenta el capital a invertir para crear un puesto de trabajo, aparece la agricultura “de mercado”; las actividades extractivas (primarias) pierden importancia relativa frente a las actividades de transformación o industriales (secundarias) y luego ocurre lo mismo con éstas frente a las actividades terciarias (comercialización, servicios, etc.), hoy se desarrolla en el sector digital.
Los dos aspectos de la modernización más vinculados a la política son el desarrollo económico y la movilización social. El máximo impacto político se produce cuando se combinan el cambio de las expectativas (que proviene de la movilización social) con el cambio de las capacidades (que proviene del desarrollo económico).
Ahora bien, siguiendo al siempre recordado Mikel de Viana s.j, la modernización implica tres condiciones: 1. Un uso de la racionalidad instrumental del que dependen las consideraciones de posibilidades y viabilidad objetiva.2. El establecimiento de una naturaleza centrada en el sometimiento transformador mediante la ciencia y tecnología y 3. El establecimiento de normas abstractas que constituyen las reglas de juego de los espacios públicos (derecho, mercado garantías etc). Hoy Venezuela, vive un proceso a la inversa.
Por otra parte, la institucionalización entendida como el proceso por el cual las organizaciones y procedimientos adquieren valor y estabilidad, se mide por la adaptabilidad, coherencia, complejidad y autonomía de los organismos y sus procedimientos. Por ello, en un sistema político que lleva a cabo un proceso de modernización debería al menos ser capaz, por un lado, de innovar políticas públicas para promover reformas sociales y económicas y, por el otro lado, asimilar a las fuerzas resultantes de la modernización, ya sean grupos nuevos o tradicionales politizados, a través de instituciones políticas que representen el interés público y tengan por ello una dimensión moral y de la búsqueda del bien común.
Esta última se relaciona con formas de comportamiento reguladas e institucionalizadas que, por su predictibilidad generan confianza entre la sociedad. Como diría el colega español Fernando Vallespín, de Max Weber:” … Su tesis central sobre el desarrollo del mundo moderno se aprende ya desde el primer curso de sociología. Modernidad equivale a la racionalización de todos los procesos sociales con el fin de resolver de la manera más eficiente posible cuestiones de naturaleza práctica.
Y racionalización se conjuga con industrialización, burocratización, especialización, secularización, avance del capitalismo…”. En el socialismo hay una involución y no modernidad. En efecto, gracias a un curso de doctorado hace unos años con el Dr. Gustavo Villasmil, nos adentramos en estos temas en forma seria y densa y pudimos observar el estado de las cosas en este tema.
Venezuela desde 1936, en ese sentido, transitó este camino dentro de un proyecto de apertura y liberación política con pausas y avances (López-Medina y Trienio adeco), se continua en la autocracia pérezjimenista (con un retroceso en lo político, pero modernizante en lo urbanístico y económico).
Todo ello, sustentando por el peso cada vez mayor del petróleo en la economía, en la conformación de su PIB, y la transformación del mapa productivo y de la sociedad, que va transitando su camino de una sociedad rural a una urbana y cada vez más moderna, proceso que ha sido estudiado desde la perspectiva de la ciencia política, entre otros, por mis maestros Juan Carlos Rey, Humberto Njaim, Maruja Delfino, Haydee Farias, Graciela Soriano de García Pelayo, Ricardo Combellas, Andrés Stambouli, Diego Bautista Urbaneja, Aníbal Romero, Carlos Romero, Ángel Álvarez entre otros politólogos hasta llegar al proyecto de democracia civil del 1958 a 1999.
El proceso significó avances en todos los aspectos sí lo comparamos con las realizaciones de los marxistas-leninistas que provienen de organizaciones como la Liga socialista, el CLP y el PRV, que hicieron política en los años 70 y 80 y tuvieron bajo su dominio facultades donde reinaban con absoluta hegemonía de ideas y accionar político, y que hoy en día son los que gobiernan el estado venezolano, que ha creado una mistura, una confusión y cooptación entre Estado y partido, además, en el marco de un creciente dogmatismo e inflexibilidad ideológica, no plural tanto a lo interno de su propios movimientos y al exterior en la sociedad civil, con cercenamiento de las libertades públicas y deterioro de la calidad democrática del país.
*Por su interés reproducimos este artículo de Jesús E. Mazzei Alfonzo publicado en El Universal.