Melchor, Gaspar y Baltasar

5 de enero de 2024
2 minutos de lectura
Melchor
Los Reyes Magos. | EP

CARLOS CABRERA

Un vecino de Majadahonda construyó pieza a pieza y conservó un carrusel lleno de padres e hijos en busca de emociones

Del ritual navideño, la fecha más esperada es la mañana del 6 de enero, cuando los niños -tras dormir con un ojo abierto y otro cerrado- salen a la calle con sus juguetes nuevos para lucirlos, negárselos a los amigos o establecer intercambios temporales; siempre que el otro tenga uno mejor que el suyo.

El bisiesto 2024 tendrá a los Reyes Magos pasador por nieve en la sierra de Madrid, si Dios no lo remedia, así que imagino a los padres convertidos en domadores por un día, intentando refrenar el impulso natural de sus hijos y nietos de exhibir las nuevas joyas y la adversidad climática, que solo se supera con aguardiente, potaje y paciencia.

Año de nieve; año de bienes, reza el refrán, así que no hay motivos para la desolación, aunque muchos tengan la mente en el sorteo de la Lotería del Niño, la gran pedrea, tras el Gordo navideño, que este fin de año se empeñó en el 8 y ha provocado atascos en forma de colas en las administraciones que repartieron suerte y salud, a partes iguales.

En nuestros días, los Reyes Magos suelen traer artefactos tecnológicos para disfrute de padres; como los partidos de fútbol y tenis en la Play Station, donde se enfrentan hombres made in Deng Xiao Ping, sin el encanto de aquellas postalitas de futbolistas, un carro de bomberos a pilas, un Mercedes descapotable que paraba y tiraba fotos y un submarino que bajaba y subía en la bañera o piscina, de los más afortunados.

Un vecino de Majadahonda construyó pieza a pieza y conservó un carrusel lleno de padres e hijos en busca de emociones y con puestos de venta de churros con chocolate y otro de pan con lechón; que era una oda al estajanovismo porque, cuando el dueño conectaba su joya, el muñequito movía incesantemente su brazo derecho, armado con un machetín, hacia abajo, para laquear el trozo de cerdo; ejerciendo la extraña fascinación de las victrolas que alcancé a ver en una Habana que se teñía de verde oliva y caqui a paso doble.

Mañana no sé qué juguetes encontraré en las calles, siempre que la nieve anunciada lo permita, aunque supongo que no faltarán las inevitables Barbie y la saga Frozen de Disney, sin apenas espacio para la Mariquita Pérez, ni siquiera para las Bratz, flacas chulas y estelares.

Un amigo que paga los juguetes de sus hijos, estudiando las preferencias de los clientes antes, durante y después del 6 de enero, me asegura que este año los reyes del mambo, en España, serán el Lego Star Wars Espíritu y Fantasma II y la Muñeca de Aitana.

Por favor, no se olviden dejar la hierba y el agua para los camellos y las golosinas y vino o ron para Melchor, Gaspar y Baltasar, que llegarán de lejos y trabajando contra reloj para que todos los niños del mundo puedan una rueda hacer.

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