Un reciente informe sobre la percepción de los peatones en España revela que más de siete de cada diez personas consideran que la seguridad peatonal en sus ciudades se mantiene igual o incluso ha empeorado con el paso del tiempo. Una sensación compartida que invita a reflexionar sobre cómo estamos diseñando y habitando nuestros espacios urbanos.
A pesar de los avances normativos y de una mayor conciencia social, el peatón sigue sintiéndose vulnerable en su día a día. Cruzar un paso de cebra, caminar por una avenida transitada o convivir con el tráfico motorizado continúa generando inseguridad, especialmente en entornos urbanos densos y con alta circulación.
El estudio también muestra un dato significativo: más de la mitad de los encuestados cree posible reducir a la mitad el número de víctimas mortales y heridos graves por accidentes de tráfico en las ciudades de aquí a 2030. Este optimismo moderado refleja que la ciudadanía confía en que, con las medidas adecuadas, el cambio es posible.
Cuando se pregunta por las ciudades más seguras para caminar, Madrid y Barcelona encabezan el ranking, seguidas por otras como Oviedo, A Coruña o Vitoria. Los motivos que explican estas valoraciones positivas tienen que ver, sobre todo, con el aumento de calles peatonales y con un mayor respeto a las normas de circulación, tanto por parte de conductores como de peatones, según Europa Press.
Según los expertos, la seguridad de quienes caminan no es solo una cuestión de tráfico, sino también de modelo de ciudad. Ciudades más sostenibles, amables y saludables son aquellas que facilitan los desplazamientos a pie y protegen a quienes los realizan.
Entre las propuestas más valoradas por los ciudadanos para mejorar la seguridad destacan acciones muy concretas y visibles. La mejor iluminación de los pasos de cebra, el endurecimiento de las multas a los conductores que se saltan los semáforos y una señalización más clara son algunas de las más apoyadas.
La implantación del límite de 30 km/h en la mayoría de las calles urbanas también ha sido bien recibida: más de seis de cada diez personas considera que esta medida ha contribuido a mejorar la seguridad. No obstante, una parte significativa de la población señala que su eficacia se ve limitada porque no siempre se respeta.
El informe también apunta a la responsabilidad compartida. Ocho de cada diez ciudadanos consideran necesario sancionar a los peatones que cruzan en rojo o utilizan el móvil al hacerlo. La seguridad vial, recuerdan los expertos, no depende solo de infraestructuras y normas, sino también de actitudes y comportamientos cotidianos.
En definitiva, la percepción ciudadana lanza un mensaje claro: queda camino por recorrer. Hacer de las ciudades espacios más seguros para caminar no es solo una cuestión de tráfico, sino de calidad de vida, convivencia y cuidado colectivo.