No se recuerda en el Victoria Kent un caso en el que su Junta de Tratamiento haya propuesto a un interno para la condicional sin haber cumplido las 3/4 partes de la pena
¿Tratan por igual a los presos españoles el ministro Fernando Marlaska y su jefe de Prisiones Luis Ángel Ortiz? La respuesta es no. La decisión de ambos de darle al ex tesorero del PP Luis Bárcenas la libertad condicional cuando solo había cumplido los 2/3 de la condena (ocho de los 12 años de prisión) “es un trato de favor flagrante”, según expertos penitenciarios.
Aunque finalmente ha sido el juez de la Audiencia Nacional José Luis Castro quien ha ratificado la libertad condicional para Luis Bárcenas, la propuesta nace de la Junta de Tratamiento del Centro de Régimen Abierto Victoria Kent, de Madrid. O lo que es lo mismo, del propio ministro Marlaska y de su jefe de Prisiones Ángel Luis Ortiz.
No se recuerda en el Victoria Kent un caso en el que su Junta de Tratamiento haya propuesto a un interno para la libertad condicional tras haber cumplido solo los dos tercios de la condena. Esta llega al superar los 3/4 de la condena, no con los 2/3, el caso de Bárcenas.
¿Por qué ha hecho esto la junta de tratamiento? Basta una indicación de Marlaska a Ortiz, de este a la directora del Victoria Kent y de esta a la junta de tratamiento. Con otros presos no lo hacen. Básicamente así funciona esto. Solo Marlaska sabrá si romper la regla tradicional de acceso a la condicional se funda en su desconocida piedad, la que, por otro lado, no demuestra en otros muchísimos casos de internos, o bien ha pactado con el PP un quid pro quo (esto a cambio de lo otro).
Bildu y los secesionistas
Sí es notorio, en cambio, por qué Marlaska ha trasladado a los líderes etarras a cárceles del País Vasco tras haberle dado el PSOE a sus socios proetarras y a los nacionalistas la gestión de las prisiones de esa comunidad.
Se trataba de llevarlos desde otras prisiones españolas a las cárceles vascas, para que estuvieran bajo la gestión del Gobierno Vasco, que es el que otorga a los presos, o al menos la propone, la libertad. ¿El motivo? que el jefe Pedro Sánchez se mantenga en el poder con los necesarios votos proetarras de Bildu. Su jefe, y él.
Si la junta de tratamiento, por orden o sugerencia de Ortiz, y este de Marlaska, decide progresar de grado o excarcelar a un preso, lo habitual es que el juez de vigilancia lo ratifique y no pongas pegas. Eso ha hecho el juez Castro. Marlaska puede hacer lo que ha hecho, no es ilegal, pero sí inédito. Lo hace solo con muy contados internos, y a veces por razones políticas.
Frente a este evidente trato de favor, lo que no tiene precedentes inmediatos en el Victoria Kent es que se otorgue la libertad condicional a un interno, Bárcenas, sin alcanzar las 3/4 partes de la condena. Contrasta con la atención inhumana que algunos alcaides de Ortiz han hecho al interno diabético Juan Antonio Flores.
Flores llegó hecho un deportista a la cárcel de Soto y en la actualidad se halla prófugo y con un 75% de discapacidad. La desatención médica que sufrió en ese centro estuvo a punto de costarle la vida. Este interno ha cumplido seis de los ocho años de condena que pesan sobre él por un delito económico leve y además ha resarcido con casi 80.000 euros a todas sus víctimas.
Su comportamiento penitenciario ha sido ejemplar: estudió la carrera de Derecho en prisión. Pese a tener ya casi cumplidos las 3/4 partes de la condena, la subdirectora del Victoria Kent, Leonor, lo regresó a segundo grado, le quitó de trabajar y lo mandó otra cárcel, cerrada, por una inexplicable pataleta de soberbia. Todo porque Flores no pudo pernoctar un día en el centro porque había sido hospitalizado debido a un bajón de azúcar.
La libertad condicional a Bárcenas implica que no tiene que volver a pisar la cárcel. Solo ha de acudir a ella una vez cada tres meses y solo para firmar. Salvo que cometiera algún delito, su libertad es ya irreversible.
Los argumentos de Prisiones para dar esta salida al ex tesorero del PP es que ha hecho un cursillo tendente a repudiar los delitos económicos, por los que fue condenado, y que, además, ha desempeñado satisfactoriamente su trabajo en la calle. Su hijo, cantante, le hizo en su empresa un contrato de trabajo como contable. Este segundo argumento nunca se ha tenido en cuenta, se supone, pero en este caso sí.
Intuir que su actividad laboral en la calle ha sido correcta, nunca se ha empleado como argumento. Y lo del cursillo, por otra parte, debía hacerlo sí o sí, al margen de reconocer los delitos cometidos y mostrar arrepentimiento. La regla general es que al interno que no exhiba arrepentimiento ni reconozca el delito, no se le otorga el tercer grado.
Lo del arrepentimiento es un absurdo, según fuentes penitenciarias. No basta arrepentirse en voz alta. Si el psicólogo no le cree, basándose en la no ciencia matemática de su peculiar percepción, el arrepentimiento no vale. Es nulo. Caerle mal al psicólogo de turno puede ser un ineludible problema.
En realidad, el ex tesorero del PP lleva mucho meses en los que solo ha ido al Victoria Kent para firmar una vez al mes. Tenía el tercer grado, artículo 86.4 del Reglamento Penitenciario, el que permite no tener que ir a pernoctar al centro. Eso sí, se le entrega una pulsera telemática y debe estar en su casa antes de las 11 de la noche.
Esposa de Bárcenas
La esposa de Bárcenas, Rosalía Iglesias, obtuvo casi a la par que su marido el tercer grado y la pulsera telemática, hace casi un año. Los dos iban a firmar una vez al mes al Victoria Kent. Bárcenas ya no tendrá que hacerlo.
A ella no le han dado la libertad condicional porque lleva mucho menos tiempo de cumplimiento de condena que su marido. Aunque la situación que tenían variará poco. Ella seguirá con la citada pulsera; también ha hecho el absurdo cursillo, pero ha estado prácticamente todos los días en su casa.