Todavía se sobresaltan en Veraluz cuando recuerdan a los Presidentes de Gobierno asesinados en un descuido gubernamental o quizá propiciado por los que asistían o palmeaban sus intervenciones en el Congreso. Desde el año 1870 hasta nuestros días fueron cinco los magnicidios que enturbiaron la Historia de España.
Encabeza la lista Prim, un general de Reus que odiaba a los Borbones y nos trajo como rey a un Saboya que, al parecer se fue aburrido por descubrir a los españoles como ingobernables. En la Calle del Turco mataron a Prim por imponernos a un rey que no hablaba catalán. Cánovas, al que Alfonso XII privilegiaba por restaurador e inteligente, le asesinaron cuando tomaba las aguas en el Balneario de Mondragón: un anarquista no le dejó que terminase la lectura de su periódico… Más tarde Canalejas, en la Puerta del Sol y Eduardo Dato, por unos motoristas en sidecar y, casi ayer, Carrero Blanco, que no le valieron las columnas de la iglesia para defenderse…
…Desde un bulo preconcebido han provocado en el Gobierno el temor a un atentado contra el Presidente. Que no cunda el pánico, llegado el caso, el Ministro del Interior estaría dispuesto, con su cuerpo y su energía, a dar la vida por él.
Pedro Villarejo