Luis Enrique tenía un plan y lo ejecutó con precisión quirúrgica para cumplir el objetivo que durante años se había convertido en una auténtica obsesión para el Paris Saint-Germain. Coincidiendo con la marcha de Kylian Mbappé al Real Madrid, el técnico asturiano aseguró que el PSG sería mejor equipo esta temporada que en las anteriores. Y cumplió su palabra. El entrenador ha llevado al conjunto parisino a conquistar la primera Champions League de su historia, manteniéndose siempre fiel a su estilo.
Su llegada al Parque de los Príncipes, hace dos veranos, coincidió con las salidas de Leo Messi y Neymar. Sin ellos y también sin Mbappé, Luis Enrique construyó un equipo en el que el colectivo primó por encima de las individualidades. Ese enfoque fue clave para entregar finalmente al presidente Nasser Al-Khelaifi la ansiada Orejona.
La consagración llegó este sábado en el Allianz Arena de Múnich, donde el PSG superó con contundencia a un Inter de Milán que venía de eliminar al Barça en semifinales, pero que nunca tuvo opciones ante el vendaval parisino. Al descanso, el marcador ya reflejaba un 2-0, y el resultado final fue un rotundo 5-0, que ilustró a la perfección la abrumadora superioridad del conjunto francés de principio a fin.
El PSG tardó apenas 20 minutos en encarrilar la victoria, con dos goles que definieron la esencia del equipo de Luis Enrique: inteligencia táctica, rapidez y juego coral. El primero fue obra de Achraf Hakimi, quien, convertido en mucho más que un lateral bajo el mando de Lucho, se internó en el área pequeña para culminar una gran jugada colectiva (12’). El segundo llegó tras una fulgurante transición defensa-ataque. Doué, que ya había asistido en el primer tanto, cruzó el balón en el área. Pese a desviar ligeramente Dimarco, el balón acabó en la red (20’).
El dominio fue tan claro que al descanso el PSG había realizado 13 disparos por solo 2 del Inter. La segunda mitad mantuvo el mismo guion. El Inter no realizó su primer disparo a puerta hasta el minuto 81, cuando ya había encajado otros dos goles. El tercero lo marcó Doué nuevamente, tras una gran jugada que incluyó un taconazo de Dembélé y una asistencia de Vitinha (63’). El cuarto lo firmó Kvaratskhelia culminando otro contragolpe letal (73’).
El cierre a la goleada lo puso Mayulu en el minuto 86, estableciendo el 5-0 definitivo. Lejos de una final equilibrada, el PSG se mostró como un auténtico rodillo, sin levantar el pie del acelerador ni siquiera con el partido decidido. El equipo, completamente volcado, mostró la identidad y ambición inculcada por Luis Enrique.
La inversión qatarí, tras años de intentos fallidos, por fin encontró su recompensa. Y lo hizo de la mano de Monsieur Luis Enrique, el hombre que convirtió al PSG en campeón de Europa.